Desde la docencia la brecha de género es clara, hombres predominan con 61.3%
Lunes 26 de marzo de 2018, p. 35
Del número de académicos del Instituto Politécnico Nacional (IPN) que aspiran o ya pertenecen al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) sólo un tercio son mujeres, pero esta brecha con los hombres se ensancha todavía más en medida que avanzan los tres niveles que lo componen. Así, de 33.7 por ciento en nivel I, la representación femenina disminuye a 13.5 por ciento en nivel III.
De acuerdo con un análisis de la Unidad Politécnica de Gestión con Perspectiva de Género, esta brecha se observa también en el personal académico de la casa de estudios, donde existe una clara mayoría de docentes hombres, con 61.3 por ciento de la planta, y mujeres 39 por ciento.
El estudio identifica que en los centros de investigación, licenciatura y posgrado las mujeres tienen una menor representación, por debajo de 35 por ciento. En tanto, en las áreas central, educación continua y bachillerato este porcentaje aumenta ligeramente, por arriba de 40 por ciento.
Con los datos más recientes de la Dirección de Evalua-ción del IPN, el estudio titulado Trayectorias académicas de las profesoras politécnicas: brechas y sesgos de género en el proceso de consolidación de la carrera científica y tecnológica, detalla que en el caso de las solicitudes para formar parte del SNI hay 123 candidatos hombres y 85 mujeres, es decir, ésta últimas representan 40.8 por ciento del universo de aspirantes.
Este porcentaje disminuye a 33.7 por ciento en nivel I, donde están inscritos 735 investigadores politécnicos, 487 hombres y 248 mujeres. En nivel II, el porcentaje se reduce a 27.1, con 47 mujeres y 146 hombres. En nivel III, la cifra es apenas de 13.5 por ciento, con sólo ocho mujeres y 51 hombres.
Elaborado por Yohana Castro Bibiano, jefa del área del Investigación de la Unidad de Género del IPN, el estudio señala que los sesgos de género
–que son las condiciones estructurales y subjetivas que orientan a las y los sujetos a la reproducción de valores de género tradicionales– son invisibilizados la mayoría de las veces.
En el análisis, el estudio incluye una serie de testimonios de investigadoras del IPN que forman parte del SNI, en las que narran su experiencia y dificultades para llegar al lugar en el que se encuentran, pues muchas de ellas han hecho una pausa o interrumpido por varios años su labor profesional, principalmente por el tema familiar.
“Yo me titulé en 68 (…) en 69 se formalizó la maestría y la seguí (…) hubo un receso bastante grande porque tuve dos hijos y entonces había que dedicarles tiempo, ya no estudié el doctorado hasta después (…) ¡Híjole sí, sí fue bastante! Porque obtuve el grado de doctora en ciencias en 1997, 30 años después, cuando ya mis hijos estaban grandes”, narra una profesora de ciencias médico-biológicas, nivel II del SNI.
El estudio lanza una serie de recomendaciones a tomar en el IPN, entre las cuales están revisar los lineamientos de los sistemas de estímulos institucionales para que un mayor número de profesoras puedan asirse de éstos; impulsar la figura de las docentes en la construcción de las vocaciones científicas en estudiantes del IPN que inician su formación disciplinar, e incorporar la perspectiva de género en los trabajos de comités y órganos dictaminadores, a fin de garantizar un arbitraje o evaluación sin sesgos sexistas, además de tener presencia equilibrada de hombres y mujeres en todos ellos, entre otras propuestas.