Nueva York.

Donald Trump insultó ayer y acusó de filtración ilegal y obstrucción de la justicia al ex jefe de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés), a quien despidió el año pasado, e indultó a un ex alto funcionario del gobierno de George W. Bush condenado por esos mismos delitos, mientras se revelaron más pagos a cambio de silencio para encubrir otras aventuras sexuales del mandatario y sus socios.

Después de que aparecieron reseñas y extractos del nuevo libro del ex director de la FBI, Trump tuiteó que Comey “es un filtrador & mentiroso comprobado… Filtró información clasificada, por lo cual debería ser fiscalizado. Mintió ante el Congreso bajo juramento. Es un slimeball (término coloquial ofensivo para canalla) débil y engañoso, quien fue… un terrible director de la FBI… ¡Fue mi gran honor despedir a James Comey!”

Extractos del libro que saldrá a la venta la próxima semana advierten de un presidente desatado de la verdad, quien está dañando a las instituciones nacionales. Comey, quien fue un fiscal federal que se enfrentó contra el crimen organizado, compara la mecánica interna de la Casa Blanca de Trump con una familia de la mafia.

ABC News ya está circulando fragmentos de una entrevista con Comey, la cual será transmitida el domingo. En ésta, entre otras cosas, el ex director de la FBI comenta que honestamente yo jamás pensaría que estas palabras saldrían de mi boca, pero yo no sé si el actual presidente de Estados Unidos estuvo con prostitutas orinándose entre sí en Moscú en 2013. Es posible, pero no lo sé, en referencia al dossier secreto sobre Trump elaborado por un ex agente de inteligencia británica que tuvo un papel para detonar la investigación sobre la mano rusa en las elecciones estadundienses de 2016.

Tanto la Casa Blanca como aliados externos del presidente han lanzado una ofensiva feroz en los medios contra el carácter y carrera de Comey, cuestionado su integridad y credibilidad.

Al mismo tiempo, Trump emitió un indulto presidencial para Lewis Scooter Libby, ex jefe de equipo del vicepresidente Dick Cheney, quien fue condenado por perjurio y obstrucción de la justicia cuando mintió durante la investigación sobre la filtración de la identidad de una agente de la CIA a los medios.

Libby fue condenado en 2007 al investigarse quién reveló la identidad de Valerie Plame, ex agente encubierta y esposa del ex embajador Joseph Wilson, quien fue crítico de la guerra contra Irak promovida por George W. Bush. El indulto para Libby ha sido promovido por conservadores encabezados por su ex jefe Cheney.

Críticos, entre ellos legisladores, señalaron que el mismo día que el presidente acusó a Comey de filtrador y mentiroso, perdonó a un ex funcionario investigado por revelar información clasificada y condenado por mentir a las autoridades.

Tal vez, como interpretaron varios analistas, el indulto a Lewis fue en parte otro golpe contra Comey. El fiscal especial en el caso de Libby fue nombrado por quien entonces era el subprocurador general: Comey. Otros indicaron que el perdón podría ser una señal a los socios de Trump que ahora están bajo investigación por Mueller de que si mantienen su lealtad a Trump el presidente está dispuesto a indultarlos si resultan condenados.

Mientras tanto, se sigue especulando que Trump continúa contemplando despedir al fiscal especial Robert Mueller y/o al subprocurador general Rod Rosenstein, quien nombró a Mueller en ese puesto, y que también sigue en esa lista de posibles expulsiones el propio procurador general, Jeff Sessions.

La semana concluyó con rumores de que Trump tuvo una hija ilegítima en los 80. Lo comprobado es que el tabloide de chisme National Enquirer, cuyos dueños son amigos de Trump, ha participado en proteger a Trump en múltiples ocasiones y esta semana se reveló que pagó 30 mil dólares a Dino Sajudin, portero de uno de los edificios de Trump en Nueva York en 2015, supuestamente a cambio de la exclusiva sobre este rumor que él contó –pero nunca se publicó nada. Resulta que eso es parte de una práctica de control de daños ejercida por ese medio como favor a Trump, reportó The New Yorker. Esa empresa fue la que pagó 150 mil dólares a la ex modelo de Playboy Karen McDougal por la exclusiva sobre su affaire de varios meses con Trump en los 80, algo que tampoco se publicó.

El abogado personal de Trump, Michael Cohen, pagó 130 mil dólares a la actriz de cine porno Stormy Daniels (cuyo nombre real es Stephanie Clifford) a cambio de su silencio sobre su relación con Trump, y aunque eso no fue la misma técnica Cohen también participó en las maniobras de Enquirer para callar rumores que podrían haber afectado el destino electoral de Trump en 2016.

Hoy estalló otro escándalo sexual entre los círculos cercanos al presidente y su gente: el subdirector de finanzas del Comité Nacional Republicano, Elliott Broidy (la cúpula operativa del Partido Republicano), renunció ayer por la tarde, después de que circularon informes de que el mismo Cohen había negociado un pago de 1.6 millones a nombre de Broidy en 2017 para comprar el silencio de una modelo de Playboy, quien afirma que la embarazó. Broidy tuvo un papel clave en recaudar fondos para la campaña de Trump en 2016 y fue vicepresidente de su comité inaugural.

El allanamiento sorpresivo de las oficinas de Cohen el lunes pasado por agentes federales, que sacudió a Trump, fue en parte para buscar más evidencia de esas prácticas, entre otras actividades posiblemente ilícitas de su abogado especializado en control de daños que ahora está bajo investigación por corrupción.

Ahora algunos asesores de Trump consideran que esa investigación sobre corrupción de su abogado podría ser aún más peligrosa para el presidente que la encabezada por Mueller sobre la mano rusa en las elecciones estadunidenses, reportó el New York Times.