El Episcopado Mexicano pidió a los cuatro candidatos a la Presidencia de la República con quienes se reunió jueves y viernes comprometerse a respetar la libertad de conciencia y de religión, lo que implica una relación de colaboración positiva entre las iglesias y el Estado, y a un Estado de derecho fuerte y promotor de la dignidad humana, no podemos concebir un orden social basado en la impunidad, la corrupción, la inseguridad, la violencia y la cultura de la muerte.

También se les solicitó abatir la pobreza, promover mecanismos de participación ciudadana y un sistema económico humano, impulsado a través del empleo digno. Más que un jefe de gobierno, necesitamos de un jefe de Estado, capaz de orientar con firmeza y suavidad los esfuerzos de la sociedad y el gobierno, expusieron los obispos.

El presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el cardenal José Francisco Robles Ortega encabezó este mensaje en cada uno de los encuentros con los aspirantes, a quienes dijo, después de sus presentaciones, que sus palabras llaman a continuar un discernimiento sereno, y a confrontarlo con la realidad histórica que vivimos en las diócesis, pero también a escala nacional y mundial.

Expresaron su anhelo por la construcción de una nación en la que se respeten a plenitud todos los derechos humanos fundamentales, un México más justo, solidario y participativo. También que se generen oportunidades, el acceso a servicios elementales, “así como la promoción de los más desfavorecidos –entre ellos, muchas mujeres y hermanos indígenas– son tareas prioritarias”.

Ante Ricardo Anaya, candidato por la coalición Por México al Frente; Andrés Manuel López Obrador, por Juntos Haremos Historia; José Antonio Meade, por Todos por México, y Margarita Zavala, independiente, los obispos señalaron que todos estamos llamados a rendir cuentas de nuestros actos.

El Estado de derecho fuerte, justo y promotor de la dignidad humana “es uno de nuestros grandes desafíos nacionales, pues este país no puede ser ‘una casa para todos’ cuando se violenta la vida, en cualquiera de sus etapas, se menoscaba su dignidad o se violenta el espacio más íntimo en el que se experimenta y se aprende a vivir, es decir, la familia. Nuestro desafío no sólo es legal, sino principalmente cultural”, indicaron. Asimismo, los jerarcas católicos demandaron una educación de calidad en la que se involucre a los padres de familia y la configuración de presupuestos civilizatorios.

Los obispos reiteraron su colaboración a los candidatos en el marco de una relación Iglesia-Estado moderna, es decir respetuosa y colaborativa.