l mexicano de todos los tiempos ha tenido amor por las flores; sabemos que en el mundo mexica eran parte de muchos rituales y que se acostumbraban para honrar a ciertas deidades. Una de las más importantes era Xochipilli, patrono de las flores, el amor, la música y la danza.
El Museo Nacional de Antropolgía (MNA) exhibe una escultura echa en piedra volcánica que es una auténtica belleza: lo muestra sentado sobre un brasero con las piernas dobladas entrecruzadas; porta un pectoral y una máscara con un resplandor. Tanto el recipiente como el cuerpo lucen flores, plantas sicotrópicas como tabaco y hongos, todo primorosamente esculpido.
También cabe recordar que en náhuatl la frase flor y canto
, metafóricamente, equivale a los conceptos de poesía, arte y símbolo. Esto lo vemos en varios poemas del sabio Nezahualcóyotl, con sus reflexiones sobre la verdad de los hombres
, uno de los cuales se titula así.
Este gusto se ha mantenido a lo largo del tiempo, ahora lo podemos apreciar con dos festejos de flores: en el mismo MNA se presenta la exposición La flor en la cultura mexicana, que reúne 230 piezas entre obras prehispánicas, pintura, litografías, textiles y arte popular contemporáneo.
Busca enseñar cómo las sociedades de todos los tiempos han sentido la necesidad de comprender y representar a las flores, otorgándoles distintos significados y formas en el imaginario.
Se divide en cinco ejes temáticos. El primero es La flor: metáfora de lo precioso, que brinda un recorrido por las representaciones creadas en el México prehispánico. Hay piezas extraordinarias en piedra y barro. Destacan unas vasijas teotihuacanas con exquisitas pinturas.
El segundo, La flor: descripción de lo desconocido, la cual habla del interés botánico que la Nueva España suscitó cuando se conocieron en Europa especies mexicanas, como la dalia y el cempasúchil. Aquí se muestran dibujos y pinturas de distintas flores y, por supuesto, el Códice de la Cruz Badiano, escrito en náhuatl en 1552 por Martín de la Cruz y traducido al latín por Juan Badiano. Se considera el primer tratado de plantas mexicanas y sus propiedades medicinales. Aparecen delicadamente pintadas con hojas, flores, frutos y raíces.
El tercero, La flor: alegoría de lo divino; en esta parte se aprecian obras de pintores novohispanos sobresalientes como José de Ibarra, Cristóbal de Villapando y Miguel Cabrera. Lucen imágenes religiosas con las vestimentas cubiertas de flores o ramos en las manos.
El cuarto, La flor: símbolo de lo bello. Con obras de artistas mexicanos se analiza la influencia que tuvieron movimientos como el Romanticismo y el Modernismo. Sobresale un gran cuadro de Ramos Martínez, que muestra una hermosa jovencita rodeada de hortensias azules.
El último, La flor: síntesis de lo diverso, nos acerca al arte popular contemporáneo, así como a la presencia que tienen en tradiciones como el Día de Muertos o en los códigos de vestimenta de numerosas comunidades. El plato fuerte es un tapete de aserrín de Huamantla, Tlaxcala.
Si va usted hoy de visita aquí no acaba el gozo, ya que saliendo se va a encontrar en el Paseo de la Reforma y en el jardín botánico de Chapultepec el Festival de flores y jardines 2018, la exposición más grande de la Ciudad de México en este tema.
Expertos en jardinería, botánica y horticultura montaron jardines temporales, arreglos monumentales, uno suspendido, bustos y figuras humanas, así como arcos sobre el camellón de Reforma. Hay venta de flores, plantas y productos orgánicos, así como asesoría de expertos para enseñar su cuidado.
Aún hay más: las tiendas elegantes de Polanco adornaron sus fachadas con miles de flores en las maneras más creativas imaginables. Aquí se aprecia la riqueza, colorido y variedad que tenemos y la maestría de los artesanos. Han elaborado verdaderas obras de arte, que convierten a la avenida Masaryk en una artística pasarela de flores. Hoy les debo el restaurante porque se acabó el espacio.
