Concesiones y aeropuertos
n la polémica por el nuevo aeropuerto no hay diferencia sustancial entre lo que defienden Andrés Manuel López Obrador y Carlos Slim Helú. El primero afirma que si se quiere mantener el proyecto, se debe hacer con capital privado. El segundo señala que la mejor opción es concesionarlo para volver el proyecto eficiente y productivo.
Algo semejante plantea el equipo de Anaya, el cual afirma que los recursos públicos se deben utilizar para el bienestar de las mayorías y que la iniciativa privada puede realizar muchos grandes proyectos mediante concesiones. De esta manera se multiplicarían las obras en infraestructura sin costo directo para la población.
Si nos atenemos a las encuestas, el candidato que tiene más posibilidades de ganar es Andrés Manuel. El segundo, Anaya. Por ello, gane uno u otro, el camino de la obra pública estará ligado a las concesiones.
Lo que señala Andrés Manuel en el caso del nuevo aeropuerto es que actualmente es un foco de corrupción, de falta de transparencia y de derroche de recursos públicos. Simplemente, la construcción de la barda perimetral tiene un sobreprecio que casi duplica su costo y el negocio se quedó en manos de una empresa ligada al grupo en el poder.
En cambio, cuando la obra se concesiona los empresarios que invierten sus recursos cuidan en detalle cada peso que se invierte y contratan al constructor con base en criterios de calidad y precio. Aquí el cuñado del secretario en turno o el amigo del presidente ya no pueden participar, si es que no cuentan con calidad y precios competitivos.
Desde mi punto de vista, ese es el fondo del asunto y tanto López Obrador como Slim tienen razón en esa crítica.
En los hechos, ya hay tres grupos privados que administran con eficiencia la mayor parte de aeropuertos del país y, en especial, Grupo Aeroportuario del Sureste, dirigido por Adolfo Castro, se mantiene a la vanguardia en calidad y servicio.
Si se licita la obra, como plantean los candidatos punteros, habría que hacerlo de manera pública y al mejor postor. No me queda duda de que Asur cuenta con las mejores condiciones para convertirlo en un proyecto exitoso en beneficio de México.