l actual sistema agroalimentario es insostenible. Nunca lograremos el reto de alimentar a una cada vez más creciente población mundial, si se continúa con el paradigma de intensificación productiva, pues ha llevado a los límites los recursos naturales: suelos, agua, bosques, biodiversidad y recursos pesqueros. Se requiere promover un cambio transformador en el modo de producción y consumo de alimentos.
Es hora de innovar para aumentar la resiliencia y la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, con la vista puesta en el cambio climático. Sostenibilidad e innovación son palabras clave. Se trata de un nuevo paradigma. El futuro de la agricultura y de los sistemas alimentarios no es intensivo en insumos, sino en conocimiento.
La agroecología puede ofrecer distintas contribuciones para encontrar una solución a nuestro dilema, pues combina ciencia y saberes culturales, además pone énfasis en los vínculos entre valores humanos y los medios de vida sostenibles, incluso la cultura de las tradiciones alimentarias.
La agroecología ofrece múltiples beneficios al aumentar la seguridad alimentaria y la resiliencia; impulsar los medios de subsistencia y las economías locales; diversificar la producción de alimentos y las dietas; promover la salud y la nutrición, salvaguardar los recursos naturales, la biodiversidad y las funciones ecosistémicas; mejorar la fertilidad y la salud del suelo; además de la adaptación y la mitigación al cambio climático y preservar las culturas locales y los sistemas de conocimiento tradicionales.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) convocó recientemente al segundo Simposio de Agroecología, donde se reunieron más de 700 participantes: representantes de 72 países, seis agencias de las Naciones Unidas y cerca de 350 agrupaciones de la sociedad civil, academia y sector privado, con la finalidad de debatir el futuro de los sistemas agroalimentarios, teniendo presente la agroecología como un modelo alternativo que puede contribuir para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles de cara a 2030.
El documento final del simposio hace un llamado a la FAO para que desarrolle un plan de acción detallado a 10 años para promover la agroecología e implementar iniciativas que amplíen su escala en los países miembros y a escala global. Se insta a los consumidores y ciudadanos a actuar como agentes de cambio en el sistema alimentario, promoviendo así un consumo responsable. Al mismo tiempo, se recomienda a los fondos, mecanismos y agencias de financiamiento que incrementen recursos para las políticas públicas sobre promoción e implementación de la agroecología. Se alienta también a las instituciones académicas y de investigación a ampliar su participación en este campo.
La FAO publicó en 2017 un estudio sobre las políticas públicas en favor de la agroecología en América Latina y el Caribe, en el marco de las recomendaciones del primer simposio (septiembre 2014). El documento presenta las principales evidencias de la influencia de las políticas públicas en la promoción de la agroecología en países que han incentivado dicha alternativa, como Argentina, Brasil, Costa Rica, Cuba, El Salvador, México y Nicaragua.
El estudio de la FAO (2017) incluye un análisis comparativo en escala regional que toma en cuenta cuatro aspectos: los conceptos utilizados por los países, las características de los procesos, las políticas en favor de la agroecología en términos de contenidos, instrumentos y gobernanza y sus efectos en términos de transición, así como desarrollo para la agroecología. El documento sienta las bases para los países de la región, teniendo la agroecología como una estrategia política para lograr los objetivos de desarrollo estratégico, como ha recomendado este segundo simposio.
Es por ello que los gobiernos deben desarrollar marcos normativos y legales para promover la agroecología y los sistemas alimentarios sostenibles. Por su parte, los agricultores familiares, mujeres y jóvenes, deben seguir siendo piezas clave para ampliar el alcance de la agroecología. Sin ellos no hay forma de implementar tales políticas públicas.
*Representante de la FAO en México