n el siglo XVIII, en un amplio predio frente a la Alameda Central se edificó un hospicio para pobres que funcionó hasta 1906. En 1927 fue demolido para construir la Inspección General de Policía y la Central de Bomberos.
Realizaron la obra los arquitectos Vicente Mendiola y Guillermo Zárraga en estilo art deco, que estaba de moda con sus formas geométricas, que se prestaban para la decoración con motivos inspirados en el arte prehispánico.
A partir de 1957, albergó oficinas de la Tesorería y posteriormente de la Secretaría de Marina hasta 1985, cuando padeció afectaciones por los terremotos de ese año. Permaneció sin uso hasta 1996, año en que el gobierno de la ciudad lo cedió a la Asociación Civil Populart con el fin de albergar el Museo de Arte Popular (MAP).
Lo fundaron cinco mujeres destacadas, amantes y comprometidas con el arte popular de nuestro país: Teresa Pomar, Sol Rubín de la Borbolla, Laura Oseguera, María Esther Echeverría y Cristina Payán. Sentadas frente a sendos caballitos de tequila, lo que las bautizó como las tequileras
, soñaron con un Museo de Arte Popular Mexicano y... lo lograron.
En 2003 comenzó la remodelación del edificio que se encuentra en Revillagigedo e Independencia, en el Centro Histórico. El encargado de la obra fue el arquitecto Teodoro González de León, quien tuvo el talento de adaptar el recinto a su nuevo uso, respetando el estilo y formas del inmueble original, pero imprimiéndole un espíritu contemporáneo.
La sólida construcción de concreto armado, color blanco, muestra en la fachada altorrelieves que simbolizan el agua y el fuego. En la esquina destaca una torre con tres grupos de ventanas escalonadas y una cúpula con linternilla sobre la cual estaba localizada la alarma, que daba aviso a la estación de bomberos en caso de emergencia.
El interior es de planta casi cuadrada con arcos y patio central, tiene cuatro pisos y su solución formal es simple y geométrica; muestra una ornamentación con motivos estilizados de influencia prehispánica.
La colección permanente se ha conformado gracias a la generosidad de varias instituciones, donantes individuales, comodatos y adquisiciones. Contiene más de 3 mil piezas de varias tradiciones y técnicas como: alfarería, alfeñique, fibras vegetales, madera, máscaras, orfebrería, pintura popular, textiles, vidrio y metales, entre otras, que forman parte de la cultura mexicana.
El museo está organizado en cinco salas: Esencia, Vida cotidiana, Lo fantástico y Lo sagrado, así como un área de exposiciones temporales. En varias de ellas las piezas nos trasladan a un mundo mágico.
Desde su apertura al público, en marzo de 2006, el MAP se ha convertido en un referente indiscutible del arte popular, que expresa lo más profundo del ser mexicano. Los artesanos actuales son los herederos de esos artífices que realizaron el arte prehispánico, que nos asombra y enorgullece.
Recientemente abrió al público la exposición temporal México textil, conformada por más de 300 piezas que representan tradición, costumbres y cosmovisión que los artesanos, generalmente mujeres, plasman en ese tipo de trabajo.
Hay creaciones procedentes de Chiapas, Puebla, Oaxaca, Veracruz y la Ciudad de México, algunas se pueden considerar obras de arte por lo fino del bordado, diseño o colorido.
Con diversas muestras de textiles, fotografías, dibujos, documentos y pinturas, la exposición brinda un paseo por siglos de historia y creatividad.
El visitante se deleita con rebozos, huipiles, sombreros, trajes de charro y blusas, entre otros. Podrá conocer los telares de cintura y pedal, y cómo se realiza la coloración de las telas con base en plantas, flores y herbáceos.
A la vuelta está el restaurante Lincoln, en Revillagigedo 24. Fundado en 1947, lo traslada al México de los años 50, con su mobiliario original con sillas y gabinetes de piel, espejos y paisajes citadinos. Sigue ofreciendo sus clásicos: chilpachole de jaiba, pámpano a la sal, albóndigas al chipotle y lengua con su famosa salsa kawage. Todo delicioso.