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El Teatro Real conmemora al compositor Bernd Alois Zimmermann en su centenario natal

Montan en Madrid Die Soldaten, ópera irrepresentable por su crudeza

Esta obra monumental expone cómo una civilización se empeña en destruir y destruirse

Corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 26 de mayo de 2018, p. 6

Madrid.

La ruindad escupida con violencia sobre la belleza y la inocencia. El pozo de la locura infestado de ratas y gusanos que fustigan con un látigo sombrío y un puñal fálico al sepulcro de una humanidad en ruinas, acabada por la barbarie y la sinrazón.

Die Soldaten (Los soldados), ópera de Bernd Alois Zimmermann, obra musical monumental y compleja que lo mismo provoca al espectador el estremecimiento más intenso como el desapego más hondo por el género humano, se representa por primera vez en España, en el Teatro Real de Madrid.

El reto es llevar a escena una obra que cuando fue escrita por el músico alemán, en 1963, fue calificada de irrepresentable desde los puntos de vista moral y técnico.

Transgredir la música culta

Con motivo del centenario del nacimiento de Zimmermann, un músico que se volcó en el serialismo, en el género collage y el dodecafonismo, han proliferado en teatros de Europa y del resto del mundo ciclos y conciertos en torno a su figura. Hay quien sitúa su importancia en la música de la segunda mitad del siglo XX, al lado de Alban Berg, por su afán infatigable de transgredirlo todo, incluso los principios más sagrados e intocables de la llamada música culta.

Una de las obras más complejas y difíciles, si no la más, de Zimmermann es precisamente la ópera Die Soldaten, que está basada en un texto del mismo nombre que escribió en 1776 el escritor alemán Jakob Reinhold Lenz, sólo que Zimmermann, siendo fiel a la historia original, diseñó una compleja maquinaria musical y escénica.

Las exigencias mínimas para llevar a escena su obra requería al menos de un escenario circular integrado por 12 escenarios que rodearían al público, donde siempre ocurrirían cosas en torno a la historia. Además está pensada para tener un apoyo audiovisual complejo, con tres grandes pantallas, cámaras móviles que forman parte de la trama, grabaciones magnetofónicas y objetos, como sillas, con los que se hacen sonidos registrados en la partitura. Todo cuanto ocurre en escena –o en los escenarios– está pensado al milímetro y a cada segundo por el compositor, que además cuenta una historia con 16 papeles cantados y 10 hablados.

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La mezzosoprano Noëmi Nadelmann (condesa De la Roche) y la soprano Susanne Elmark (Marie, en primer plano) en una escena de la ópera del alemán Bernd Alois ZimmermannFoto © Javier del Real/ Teatro Real

Musicalmente requiere de una orquesta de más de 100 elementos –en el caso de la producción del Teatro Real es de 150, todos ellos subidos en unas plataformas metálicas en el escenario y vestidos de militar, incluido el director, Pablo Heras Casado–. Además de implicar muchos instrumentos inusuales y piezas de percusión y hasta una banda de jazz.

En su concepción original, la ópera requería de la participación de siete directores de orquesta, dada la anotación compleja de los compases –en la producción del Teatro Real hay un director dedicado en exclusiva a este aspecto– para lograr una buena coordinación entre todo el equipo humano que requiere la producción.

Esta obra monumental expone con crudeza la deriva violenta de una civilización empeñada en destruir y destruirse, hambrienta por devorar a sus propios hijos, insaciable en su delirio depredador a través de una cultura que rinde culto al falo y ultraja y viola a la mujer.

Víctima del machismo

Uno de los giros argumentales de la historia, que provocó que más de un espectador abandonara el teatro a paso veloz, es precisamente el proceso cruel y violento con el que una niña de mirada tierna y sonrisa luminosa se va convirtiendo en la víctima de una violación múltiple y ruin. Una mujer arrollada por los engaños, por su propia ingenuidad y que simboliza sin ambages ni filtros blanqueadores las consecuencias nefastas de una cultura machista y depredadora, que en este caso se sirve para su exposición más lacerante de una legión del ejército y una serie de personajes de la nobleza que cantan orgullosos que sólo habrá paz y felicidad para la opresores.

La dirección de escena está a cargo del dramaturgo Calixto Bieito, quien relata cómo laten la crudeza, la violencia y el horror en tiempos de guerra. Mención aparte merece Susanne Elmark, la soprano danesa que encarna al personaje Marie, la joven ingenua y sonriente que acaba bañada en sangre y violada en un arrabal infestado de ratas y gusanos.