El presidente estadunidense Donald Trump ha utilizado a los dreamers como moneda de cambio para obtener la aprobación legislativa del muro en la frontera con México, lo cual es aterrador y desconsolador, porque en esa medida juega con la vida de cientos de miles de jóvenes que no representan un peligro para nadie, señalaron organizaciones civiles especializadas en temas migratorios.

Marta Sánchez, del Movimiento Migrante Mesoamericano, recordó que desde su llegada a la Casa Blanca, Trump ha utilizado el tema de los dreamers (inmigrantes indocumentados que entraron a Estados Unidos cuando aún eran menores de edad, y que lograron acceder al sistema escolar) para condicionar otros asuntos de su política exterior.

El republicano ha utilizado la posibilidad de no deportarlos como condición para el muro y para otras reformas migratorias. Siempre los ha usado de esta manera y es desconsolador, porque son personas que llegaron muy jóvenes allá, que nunca han estado en México y que no son una amenaza para nadie. No son delincuentes ni animales.

En opinión de la activista, es difícil que el tema de los dreamers llegue a buen puerto en la administración de Trump, debido a su postura xenófoba. No se ve que vaya a tener una salida razonable ni mucho menos humana o legal. Su retórica es nefasta y genera odio. La extrema derecha antes se controlaba más, pero ahora está suelta y se siente respaldada.

Blanca Navarrete, directora de la asociación civil Derechos Humanos Integrales en Acción, coincidió en que los dreamers han sido utilizados por el presidente estadunidense como moneda de cambio, en el marco de una política marcada por la discriminación y la xenofobia.

Además de ello, lo que busca es generar división entre la misma población migrante, porque pareciera que tenemos que elegir entre jóvenes estudiantes que ya están ahí y personas que también necesitan cumplir el sueño americano, alertó.

Ante ello, Navarrete consideró que el próximo gobierno de México debe rediseñar su política migratoria y exigirle respeto al de Estados Unidos, lo cual no implica agredir a nadie, pero sí fajarse los pantalones.