El Estadio Azteca como signo
Efecto Televisa (y similares)
Slim, Romo, Yeidckol, Peña
Forma es fondo, también en cierres
gracias a las reformas estructurales, hoy es más fácil abrir un negocio, contratar al personal que mejor se adapte a las necesidades de la empresa y obtener un crédito accesible para crecer y competirFoto Presidencia de la República
l impresionante avance de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en la carrera presidencial (que aún no termina), ha tenido como factores determinantes el buen manejo de las imágenes y el sostenido rechazo de lo sistémico. Las plazas públicas desbordadas de seguidores, los viajes aéreos en tarifa comercial y casi en solitario, así como la protección de la cartera propia ante el acoso de su adversario panista, son algunas de las estampas que han ido construyendo la imagen de un político diferente, confiable para soportar las embestidas y las tentaciones de los grupos de poder que se podrían sentir afectados por las propuestas o declaraciones (siempre zigzagueantes, ajustables) del tabasqueño que parece encaminado a llegar en diciembre próximo a Palacio Nacional.
El trote con aire triunfal del político tabasqueño se ha visto entrampado desde que Carlos Slim, el hombre más rico de México y uno de los mayores del mundo, apareció en escena para confrontar la postura de AMLO, entonces cerradamente contraria a la construcción del nuevo aeropuerto internacional en el lago de Texcoco.
En ese contexto, luego de una reunión clave de las cuatro decenas de hombres más ricos de México con López Obrador este martes recién pasado, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial aseguró que el candidato puntero en las encuestas dijo encontrar viable y conveniente
la construcción del aeropuerto antes tan impugnado, insistiendo en la propuesta de que con capital privado se pueda continuar con esos trabajos. De ser cierto lo que ha dicho Castañón, ahora para AMLO es viable
lo que antes le parecía inviable y condenable; conveniente
lo que antes le parecía una aberración y un negocio corrupto.
El tufo a arreglos con los más importantes factores de poder se ha extendido. Uno de los pocos personajes realmente influyentes en el ánimo de López Obrador es el regiomontano Alfonso Romo, antaño miembro de la mafia del poder
(concepto que podría entrar en tregua sexenal), promotor de cultivos transgénicos y socio de proyectos políticos y educativos de ultraderecha. Romo se ha dedicado abiertamente a prometer a los principales empresarios del país que no habrá decisiones del tabasqueño, si llega al poder, que afecten realmente a los hombres y mujeres de negocios, centrada la lucha lopezobradorista, en todo caso, en el combate a la corrupción, con la vista puesta del primero de diciembre de este año en adelante.
Dos ventanas empresariales que aún conservan importante impacto social parecieran dar cuenta de entendimientos o, cuando menos, buenos ánimos compartidos. Televisa le regaló a López Obrador la reinauguración del programa denominado Tercer Grado, que en otras ocasiones había sido feroz instrumento de combate contra el entonces perredista, y la amabilidad de la mayoría de los nuevos participantes en ese Tercer Grado sugirió que la empresa de las estrellas estaría colocando virtualmente la banda presidencial al candidato puntero.
Televisión Azteca, en un amplio reportaje realizado por su conductor estrella, Javier Alatorre, se metió hasta la cocina
de la casa de López Obrador. Varias piezas ha incluido en el tablero lopezobradorista la empresa cuyo principal accionista es Ricardo Salinas Pliego (quien se hizo de lo que ahora es Televisión Azteca durante el gobierno del otro Salinas, Carlos, incluyendo un préstamo a la palabra, por 30 millones de dólares, otorgado por Raúl Salinas de Gortari). Desde luego, Esteban Moctezuma Barragán, presidente de la Fundación Azteca, propuesto por AMLO para ser secretario de Educación Pública, y la conductora de programas de televisión Lilly Téllez, ahora candidata a senadora por Sonora (Televisión Azteca siempre ha tenido representantes en el Congreso; lo que suele llamarse la telebancada).
En ese contexto en el que no caben las ingenuidades ni la superficialidad, ayer anunció López Obrador que su cierre nacional de campaña se realizará en el Estadio Azteca, toda vez que el Gobierno de Ciudad de México no otorgó permiso para hacer ese acto final en la Plaza de la Constitución. Y no será un acto político al estilo tradicional, sino un festival artístico
que durará varias horas, seguramente con un mensaje del máximo candidato, al final del espectáculo.
Sería equívoco centrar el análisis en un asunto geográfico o inmobiliario (¿dónde hacer el cierre de campaña?) o magnificar un adversario (el lánguido gobierno de la capital del país, negando el Zócalo) para pretender justificar la opción por Televisa. Lo políticamente indicativo del asunto es la progresiva depuración
que López Obrador va haciendo de lo que antes era su catálogo favorito de mafiosos empoderados y la creciente reducción de los de por sí flácidos aspectos de reivindicación social que en los hechos enarbola el candidato (es decir, más allá del asistencialismo que es una forma de clientelismo y, desde luego, más allá del plan de gobierno
que coordinó el antes citado Romo, quien se encargó en exclusiva de la redacción final de ese documento).
La hipótesis de una negociación de alto nivel, para dar paso a una transición incruenta del poder presidencial, se apoya también en hechos como la defensa, hasta ahora vigente, nunca corregida, que Yeidckol Polevnsky, presidenta formal de Morena, ha hecho de Manlio Fabio Beltrones, de su personero en negociaciones en proceso penal en Chihuahua, Alejandro Gutiérrez (¡preso político
, le llamó!) y del aspirante a fiscal transexenal peñista, Raúl Cervantes Andrade (excelente procurador
, lo definió Polevnsky. Y, desde luego, el llamado de AMLO a apoyar en sus meses finales de poder al propio Peña Nieto.
Cerrar la campaña presidencial en el Estadio Azteca, propiedad de Televisa, conlleva símbolos e imágenes que contradicen el discurso de AMLO y la postura de una buena parte de sus seguidores. Cerrar los ojos ante entendimientos de élite, cuyos indicios están a la vista (forma es fondo, decía el difunto Jesús Reyes Heroles), es una forma de garantizarse goleadas que luego se lamentan.¡Hasta mañana!
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