Organizaciones ambientalistas alertaron que frenar la contaminación ambiental y sus efectos en la calidad de vida aún es una tarea pendiente para las autoridades, pero también para la sociedad.

Pese a las acciones que se han emprendido para acceder a un aire más limpio, no hemos logrado transformar radicalmente los sistemas de transporte ni la movilidad de la población, lo que genera efectos nocivos, pues de los 158 días transcurridos este año, sólo 19 han tenido una calidad de aire aceptable en la Zona Metropolitana del Valle de México.

En entrevista por separado, especialistas de Greenpeace-México y del Centro Mexicano de Derecho Ambiental (Cemda) coinciden en que se requiere de políticas públicas integrales y de una inversión sostenida para avanzar en los desafíos ambientales que enfrenta el país, en particular armonizar las normas sobre la calidad del aire con los parámetros que establece la Organización Mundial de la Salud, pues los que son vigentes se han quedado muy por debajo de los estándares internacionales.

Carlos Samayoa, de Greenpeace, destaca que las casi 18 mil muertes anuales que genera la contaminación del aire en México podrían evitarse si nuestros gobiernos tomaran decisiones más de fondo, más prudentes para resolver esta problemática.

Propone que la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) haga normas más estrictas y homologue los estándares con los que propone la Organización Mundial de la Salud, porque además de que las normas son laxas, no se cumplen. Muy frecuentemente superamos los límites que establecen las normas mexicanas en cuanto a las emisión de diversos contaminantes que activan las contingencias.

Por su parte, Margarita Campuzano, del Cemda, destaca que la agenda ambiental, y en particular el combate a la contaminación atmosférica, no es una prioridad en el ámbito político, pero tampoco en la sociedad. No hemos logrado generar el mismo impacto que puede tener la violencia, que afecta miles de vidas, aun cuando la contaminación del aire también acaba con miles de personas.

Como sociedad, agregó, debemos preguntarnos por qué aceptamos respirar un aire tan sucio, porque cada año pasa lo mismo. Cuando enfrentamos periodos de contingencias ambientales retomamos el tema de los contaminantes atmosféricos, pero después se olvida. No es un tema que venda, cuando lo que tendría que suceder es que se garantice un presupuesto público para temas ambientales que refleje los compromisos en recursos presupuestales y humanos.

Se debe invertir mucho más en transporte público y no en carreteras ni vialidades que incentiven el uso del vehículo, pero también se requiere fortalecer las normas oficiales en la materia, que no sólo son laxas, sino que también están desarticuladas; además, se debe frenar el uso de gasolinas con altos contenidos de etanol, consideró.

Ambos especialistas coincidieron en la necesidad de fortalecer acciones integrales y no sólo promover medidas aisladas, pero sobre todo impulsar el compromiso político y social para mejorar la calidad del aire que respiramos y que forma parte del derecho humano a un medio ambiente limpio.