aime Yáñez: Ay sí, Mariquita, sí,/ ay sí, Mariquita, no…/ El dolor que siento yo/ lo siente el siquisirí.// La bamba llora por ti,/ lo mismo que el balajú.// El toro zacamandú,/ el zapateado y la iguana/ han callado en tu jarana/ porque no los tocas tú.// Han callado en tu jarana/ porque no los tocas tú.// Tan sólo el pájaro cu/ sus tristes coplas desgrana.// Tu copla por la sabana/ siembra la planicie entera// y es corazón de madera/ al arrullo de algún canto/ que llega con su quebranto/ hasta el arpa lastimera.// Entre las ocho y las nueve/ partiste, querido hermano,/ a los brazos del arcano/ guiado por el viento leve.// A donde la luz te lleve/ tus pasos irán seguros.// Ya sin ansia y sin apuros,/ tu corazón luminoso/ gravita, lleno de gozo,/ en los sonidos más puros.

Edith Lira: Toñito, sé que te vas,/ pero no te vas llorando,/ porque viviste sembrando/ en este mundo la paz.// Tú que siempre diste más/ de lo que el mundo te daba,// hoy que la vida se acaba/ tú sigues echando flor,// porque eras el sembrador/ que sentimiento sembraba.// Por eso nada te llevas/ más que la dicha y la paz./ Unos dicen que te vas/ pero yo sé que te quedas.// Entre las viejas veredas/ del ocaso y del levante,//cada vez que el grillo cante/ la inmensidad evocando,/ se seguirán escuchando/ tus pasos de caminante.

José Samuel Aguilera: Te vas, enorme poeta,/ cronista fiel de Tres Valles,/ pero dejas en las calles/ el eco de tu silueta.// En el patio, tu libreta/ sigue soltando canciones// y del arpa los bordones,/ tal y como tú querías,/ siguen sembrando alegrías/ en todos los corazones.// Amaste de los portales/ la belleza y el engaste,/ pero nunca te aferraste/ a las cosas materiales.// Fueron dones naturales/ que en ti tu madre sembró,// que la vida cultivó/ y tu esposa fue formando.// Sembrando, siempre sembrando,/ ¡así te recuerdo yo!

In memoriam mi hermano Antonio.