Concordia en Palacio // AMLO ocupa vacíos // Elogio a Peña Nieto // Reconocimiento a Videgaray
o parecieran provenir de un escenario previo a las elecciones tan denso y tan cargado de presagios negativos, incluso violentos. Fueron dos caballeros de la política que a contrapelo de la realidad montada (los preparativos para un fraude nacional de última hora, que no fue activado) e incluso de la realidad actual (ayer mismo, problemas graves en Puebla y en algunos lugares de Chiapas), se condujeron por pasillos y salones de Palacio Nacional para dar testimonio público de su voluntad gustosa de escenificar una transición administrativa de terciopelo.
El tabasqueño y el mexiquense en un ejercicio de máxima distensión política en lo inmediato, al enviar a los mercados y los inversionistas un mensaje de tranquilidad para sus intereses, e incluso, en un lance de máximo acompasamiento con las políticas del saliente Enrique Peña Nieto, de adhesión a temas críticos como la negociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (dijo AMLO que tenía información de que el equipo negociador peñista había estado haciendo las cosas bien, y citó a las secretarías de Economía y de Relaciones Exteriores, ¡oh, Luis Videgaray, de las negociaciones discretas, no sólo en cuanto a política externa: dónde vino a brincarle un reconocimiento a su trabajo!)
Sonrientes y bien entendidos los dos personajes en una presentación pública que tuvo como marco de referencia una reunión de hora y media en la que se habló, además del TLCAN, del nuevo aeropuerto de Ciudad de México, de la reforma energética y sus contratos, del presupuesto de egresos a presentar para 2019 y del futuro arranque de los trabajos de un equipo de transición.
El encuentro, que se dio antes de que el tribunal electoral federal haya validado la elección y haya declarado a determinado candidato como presidente electo, transcurrió conforme al nuevo signo de la política mexicana en tiempos de López Obrador: amor y paz. La letra legal, la división de poderes y la necesidad de que actos del Poder Ejecutivo no entrañen para un candidato un reconocimiento de facto que el tribunal electoral debe otorgar con formalidades jurídicas, cedieron ante las necesidades políticas de las dos personalidades concurrentes.
Por lo pronto, Andrés Manuel López Obrador avanzó de manera notable en la captura amable (tal vez sería más propio usar el vocablo cesión
) de una porción del ejercicio presidencial que Peña Nieto tiene abandonado o subejercido, sumido el mexiquense en preocupantes tramos de evaporación de responsabilidades. Ayer, en Palacio Nacional, hubo un político en ejercicio y con poder, y un acompañante amable y decorativo. Sin embargo, el protocolario Peña Nieto también tuvo importantes beneficios.
Es probable que en los años recientes no haya recibido el ocupante de Los Pinos una oxigenación política como la que le brindó el tabasqueño institucionalizado. De entrada, describió el encuentro como cordial, amistoso, importante
, y elogió con primor la conducta del mexiquense ante el proceso electoral concluido en su fase de las urnas: Yo he padecido de ese intervencionismo faccioso que no corresponde a sistemas políticos democráticos y ahora debo reconocer que el presidente Enrique Peña Nieto actuó con respeto y las elecciones fueron, en lo general, libres y limpias
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Imparable en su ruta electoral, también lo es ya López Obrador en su trayecto rumbo a la silla presidencial: dialogará próximamente, en México, con Mike Pompeo, quien era director de la CIA en la administración Trump y de ahí pasó a ser secretario de Estado. Asistirá a una reunión de presidentes en Puerto Vallarta a finales de este mes y ayer mismo se reunió con los miembros de su gabinete para darles tareas a cumplir. Los próximos dos meses y medio se dedicará a planear y supervisar su programa de gobierno, y a mediados de septiembre reanudará su trote viajero, hasta finales de noviembre, para presentar en cada región de México el plan de desarrollo integral
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