Los primeros pasos
l 1º de julio, Morena y su líder Andrés Manuel López Obrador se hicieron depositarios –con una votación abrumadora a su favor– de una gran carga de esperanza y confianza,... y de una enorme responsabilidad.
En la configuración del México actual, bien se han definido tres grandes hitos transformadores: la Independencia que nos hizo una nación soberana; la Reforma que nos dio civilidad, leyes y laicidad; y la Revolución que perfiló un país de libertades, justicia, progreso y equidad social en lo interno, y en lo externo un país que ofrece amistad, respeto y cooperación a todos los que actúen en reciprocidad. Hoy la cuarta transformación, incruenta y civilizada, se nos anuncia como la Revolución de las consciencias, objetivo más que atractivo en su base ética, pero vasto, etéreo e insuficiente si no se concretiza también en un resarcimiento pleno de los déficits y regresiones que nos han legado las traiciones a las tres transformaciones precedentes.
Tras décadas de analizar y documentar lo pernicioso del modelo neoliberal (y su ensoberbecida estupidez de ser el pensamiento único y el fin de la historia), grande es hoy nuestra satisfacción por el arribo al gobierno de un movimiento que nos ofrece limpiar de podredumbre al país, pacificarlo y enrutarlo en una economía productiva, próspera, incluyente y equitativa. Vienen por fortuna tiempos de imaginar, crear y aportar, sin que esto excluya en forma alguna el análisis crítico.
Crucial para la transformación anunciada será el deslinde de lo público y lo privado, del Estado y el dinero, de la política y los negocios. La simbiosis que hizo el neoliberalismo de ambos ámbitos (siguiendo las deplorables pautas de Estados Unidos) engendró en mucho la megacorrupción, el saqueo y el descarrilamiento del país.
En estrecha relación, también será crucial para el cambio económico-social realizar una reconfiguración de los cuadros de economistas del sector público con egresados de las universidades públicas, quienes tras décadas de discriminación laboral son aun los depositarios del saber económico como ciencia social, de la ética pública y de la calidad profesional.
Por lo pronto –y a reserva de lo imprevisto en este segundo semestre– la transición se está dando con una tersura sorprendente; tanta que causa desconfianza.
Estabilidad cambiaria
Indicador básico de turbulencia económica es el tipo de cambio, síntesis de fuga de capitales, agresión monetaria y/o prueba de fuerza contra un nuevo gobierno.
Sin descartar que algo de lo anterior ocurra en los próximos meses, en lo que va del año se advierte una positiva estabilidad cambiaria, a pesar de algunos altibajos.
Según las cotizaciones de referencia del Banco de México, en el primer semestre del año el peso se devaluó marginalmente -0.14% contra el dólar ($19.66 en diciembre y $19.69 en junio) y -1.83% contra el yen. A la inversa, en el semestre el peso se revaluó 2.76% con el euro, 2.61 con la libra, y 1.60 frente al yuan (Gráfico 1).
En estos primeros días post elección, el peso ha seguido fortaleciéndose frente al dólar, cerrando el jueves 5 de julio a 19.25
Con su metodología, el FMI coloca la devaluación del peso frente al dólar en el semestre en -1.02%, y las del peso chileno en -5.32, el real brasileño -16.56, el rublo -8.95, la rupia -7.27 y el yuan chino -1.74; así mismo, el euro se devaluó -2.79% frente al dólar, y la libra -2.75. Como excepción, el yen japonés se revaluó 2.17% en el período (Gráfico 2).
Los metales
Después de un año (2017) de recuperación, en el primer semestre de 2018 la cotización del oro bajó -3.55% a 1,250.45 dólares por onza, y la de la plata -4.98% a 16.03 dólares la onza (Gráfico 3).
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