Miércoles 18 de julio de 2018, p. 34
La idea de que el siguiente gran sismo que afectará a Ciudad de México puede provenir de la Brecha de Guerrero está presente desde hace más de tres décadas, pero recientes estudios podrían explicar por qué no se ha producido hasta ahora.
Expertos del Centro de Geociencias (CGeo) y del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM explicaron que la capa de gabro (roca ígnea) en la base de la placa Norteamericana es poco permeable y no permite el paso constante de agua. Entonces, cuando la placa de Cocos entra por debajo de ella libera fluidos que quedan atrapados, lo que genera menor fricción y evita la acumulación de energía suficiente para que haya un terremoto. Los resultados de sus investigaciones fueron publicados en la prestigiada revista Geology.
Según registros, desde 1911 no ocurre un sismo de consideración en la Brecha de Guerrero, lo que llevó a los especialistas a estudiar más a fondo esta región, que va de Acapulco a Zihuatanejo.
La lógica indica que tarde o temprano habrá uno. Hemos hecho estudios y descubrimos que en el pasado hubo vulcanismo por largo tiempo, mucho más que en el resto de la costa del Pacífico
, comentó Luca Ferrari, investigador del CGeo de la UNAM, en Juriquilla, Querétaro.
Al investigar la zona, encontraron que ahí se registró actividad volcánica constante por casi 40 millones de años, y evidencia de ello son las rocas halladas de los periodos Cretácico, Paleoceno, Eoceno y Oligoceno. Gran cantidad de ellas son gabroicas (rocas íngneas de grano grueso), equivalentes de los basaltos que se forman de coladas de lava, pero cristalizadas a profundidad.
Esto, posiblemente, da lugar a los ‘sismos lentos’: en lugar de moverse las dos placas en pocos segundos, el desplazamiento dura de uno a seis meses, por lo que casi no se perciben, explicó.