Miércoles 25 de julio de 2018, p. 14
Alejado de la dirigencia nacional del PRD, Agustín Basave aceptó con desgano que el partido del sol azteca requiere un cambio de nombre.
Creo que es necesario, pero como parte de una refundación, no como maquillaje. Le llamo renacimiento, más que refundación. El cambio de nombre, si se mantiene lo demás, no tiene sentido.
El ex priísta convertido en perredista, presidente nacional del PRD, posición de la que fue echado cuando intentó cambiarle el rostro por el de partido socialdemocráta, ahora expresa su repudio a las corrientes que conforman ese partido.
Ya lo han dicho muchos de las tribus. Se han convertido no en lo que eran originalmente, que eran corrientes de opinión, en grupos de presión. Lo han dicho muchos, lo leí hoy en varios periódicos, comentarios en ese sentido. Realmente no hay nada nuevo que decir. Es cuestión de acción, de actuar.
A la par que los perredistas analizan cómo reconstruirse tras la debacle electoral que sufrieron el primero de julio pasado, también empezaron a revisar el camino a seguir para renovar la dirigencia nacional en octubre próximo.
Cabe destacar que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordenó al PRD en octubre anterior elegir una nueva dirigencia, en un plazo de 60 días, dado que quienes dirigían el partido ya habían excedido el tiempo para el que fueron nombrados.
Ante tal situación, los perredistas acordaron elegir una dirección temporal que sólo duraría 10 meses, es decir, de diciembre de 2017 a octubre de 2018. Mediante ese acuerdo llegó Manuel Granados a la presidencia del partido y Ángel Ávila a la secretaría general.
El objetivo fue concentrarse en el proceso electoral federal y dejar para este año la elección interna.