México es el mayor consumidor de refrescos en América Latina, con 163 litros al año por persona, y es el país con el consumo más alto de agua embotellada en el mundo, con 480 litros per cápita al año, aunque 94.6 por ciento (29 millones) de los hogares cuentan con acceso a la red de agua potable, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) de 2015.

La gente, por desconfianza sobre la calidad del líquido, adquiere agua embotellada, lo cual implica una considerable carga financiera adicional a personas que a menudo eran quienes vivían en las zonas más pobres y tenían los ingresos más bajos. El hecho de que México tenga el nivel más elevado del mundo en consumo de agua embotellada es un indicio de la desconfianza de la población mexicana hacia los servicios de distribución, indica el informe del relator del derecho humano al agua de 2017.

Depender de agua embotellada no es claramente una forma de atender las obligaciones del país en relación con el derecho al líquido, ya que menoscaba la necesaria accesibilidad y asequibilidad de abastecimiento. Según el Inegi, de 29 millones de hogares con acceso a la red de agua potable, 21.2 millones recibían el líquido todos los días, el resto cada tercer día, dos veces o una vez a la semana.