Opinión
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Enfermedades de los ojos
E

n Francia, el nombre de las calles, monumentos o instituciones públicas obedece a numerosas reglas. Las autoridades que deciden llamar una plaza o un aeropuerto con tal o cual nombre deben argumentar su elección con razones precisas. Así, en París, la plaza de l’Etoile, donde se levanta en su centro el Arc du Triomphe, en lo alto de la avenida de los Champs-Elysées, se vio agregar el nombre de Charles de Gaulle al de l’Etoile. Esto dio lugar, como es costumbre entre los franceses, a numerosas polémicas, pues existen tantos admiradores del fundador de la Quinta República como adversarios del gran Charles.

En París, al lado de la plaza de la Bastilla, en la calle de Charenton, el establecimiento especializado en el tratamiento de los ojos, la oftalmología, se llama hospital de los Quinze-Vingts (Quince-Veintes). Es una célebre fundación que goza de excelente reputación. Su misterioso nombre despierta la curiosidad y uno se pregunta de dónde le viene esa apelación de Quinze-Vingts. ¿Qué puede significar ese extraño nombre. La cuestión merece una investigación y una respuesta si uno se interesa en el sentido de las palabras.

En la época de las Cruzadas y la caballería, 300 caballeros del rey de Francia fueron hechos prisioneros por los musulmanes. Estos exigieron al rey un rescate por su liberación. De no ser pagado, los rehenes serían castigados, uno tras otro, no con la pena de muerte, pero con una pena igualmente cruel: sus ojos serían reventados dejándolos ciegos. Los tiempos eran duros, los suplicios despiadados hacían estragos por todos lados, incluso si los progresos de la técnica científica aún no proporcionaban a los hombres la jubilosa dicha de la alegre bomba atómica. Cada época tiene sus descubrimientos y, en el dominio de la crueldad, no puede detenerse el progreso de la especie humana.

La Historia cuenta que el rey de Francia pagó el rescate para salvar de la ceguera a los prisioneros que conservaban la vista. Pero una importante proporción de los rehenes ya habían sido cegados. De ahí, la cifra de 15 veintes, símbolo aritmético de este horrible cálculo. Y nombre, ahora, del mejor establecimiento francés para tratar enfermedades de los ojos.

La catarata es una enfermedad bien conocida. No vuelve ciego de inmediato, pero si no se la atiende, conduce a este triste estado. En el Quinze-Vingts es el tipo de enfermedad que se atiende y, mejor aún, se cura. El hecho merece aplaudirlo, pues es raro. Atender es una cosa, curar es más difícil.

El cirujano oftalmólogo Sofiene Kallel opera en este hospital y se ocupa en especial de la catarata. Soy testigo, pues asistí de cerca a la operación efectuada en los ojos de una persona muy próxima. Todo pasó muy rápido, sin dolor, con un resultado inmediato y positivo.

Para quien se ve obligado de usar lupa para leer, sobre todo si debe leérsele en una pantalla de computadora, de por sí fatigoso para quien posee una vista normal, la dicha que procura volver a ver con claridad puede compararse con la que podría sentir un hombre al que se concede el milagro de una resurrección. Vivir es evidentemente respirar, caminar, hablar, oír, pero acaso, antes de todo, es abrir los ojos y ver. El recién nacido da un grito que prueba que está vivo, pero, antes de hablar, ve. La verdadera vida comienza, quizás, en ese momento.

La literatura francesa posee una rica tradición de autores que han hecho el retrato de todos los defectos posibles de la medicina y de los médicos, desde Rabelais, antiguo estudiante en la facultad de Medicina de Montpellier, la más antigua de Europa, pasando por Molière y sus caricaturas de médicos ignorantes y peligrosos, hasta Jules Romains, inventor del personaje de Knock, docto cínico y aprovechado, magistralmente encarnado por el gran actor Louis Jouvet. Razón de más para hacer un vibrante homenaje al hospital Quinze-Vingts y al doctor Sofiene Kallel.