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Quien no ha dormido en una hamaca no sabe de placer

Istmeña las confecciona para preservar esa tradición ancestral

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▲ Suney Jazmín Morales, de origen zapoteca y abogada de profesión, elabora desde hace 6 años hamacas en su taller, en el municipio de El Espinal, en el Istmo.Foto . Diana Manzo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 5 de agosto de 2018, p. 26

El Espinal, Oax.

Quien no ha dormido en una hamaca, poco conoce de los placeres de la vida, expresa Suney Jazmín Morales Fuentes, quien las confecciona desde hace seis años a fin de conservar esta tradición y enseñar a otras mujeres a ganarse la vida.

Suney, de 38 años, es abogada de profesión y madre de dos hijos varones. Su mayor ilusión fue aprender una artesanía, sueño que se le cumplió hace apenas unos años, cuando puso en práctica su habilidad y conocimiento para confeccionar la primera hamaca, oficio que ha enseñado a sus hijos y a otras mujeres para su sostén económico.

En el istmo de Tehuantepec las hamacas son elaboradas por hombres; sin embargo, Suney aprendió para enseñar a otras mujeres y que inicien su propio negocio. En su hogar habilitó un espacio donde tiene las herramientas necesarias como bastidores de madera y agujas. Ahí comienza el proceso de elaboración de hamacas con diferentes texturas de hilo; ha fabricado algunas con henequén procedente de Yucatán.

Amigas y conocidas de la defensora acuden para aprender, aunque son pocas, porque siguen con la idea de que tejer hamacas es un oficio exclusivamente de hombres.

Mi ilusión es tener un taller para que las mujeres casadas o jefas de familia aprendan a tejer como forma de vida, que ganen sus propios recursos, porque como abogada llevó muchos casos de divorcios y veo que ellas se quedan solas y sin dinero, y enseñarles a tejer, además de servir como terapia, les ayuda económicamente, explica.

Agrega que combinar su profesión con el trabajo artesanal ha sido maravilloso. Suney se organiza para cumplirle a sus clientes. Por las mañanas atiende su trabajo en la subprocuraduría del sistema DIF municipal, y por las tardes toma su aguja de madera y comienza a tejer.

No es fácil; pero me gusta sentir la textura del hilo. Aprendí a tejer huipiles y cuando conocí el hilo de la hamaca, me enamoré, (porque es) una artesanía a la que si no se le inyecta amor, no sale. Las hamacas que hago están confeccionadas con mucho amor, resaltó.

Sus clientes son jueces y abogados de los juzgados, ciudadanos de todo México y del extranjero, principalmente de Europa, quienes la contactan y hacen pedidos mediante sus redes sociales. Su página en internet se llama Guixhé (hamaca).

Su labor lleva un sello peculiar, le pone flores y frutos del Istmo. Hacer una hamaca le lleva entre cinco y seis horas diarias, y comenta que ya domina cinco técnicas: candy, tradicional, petatillo, cruz y cuadro, sus maestros han sido artesanos de muchos años, a ellos –dice– les debe esta herencia ancestral.