En los pasados 20 años creció cinco puntos porcentuales la cantidad de trabajadores eventuales en comparación con los empleos permanentes registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).

De acuerdo con cifras de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, en 1998 había un total de 11 millones 72 mil trabajadores cotizando en el IMSS, de los cuales, 9.4 por ciento eran eventuales.

En promedio, en lo que va de 2018, de los 16.9 millones de trabajadores que reporta el instituto, 2.8 millones son eventuales, es decir, 14.4 por ciento.

Casi todos los empleos eventuales son en zonas urbanas (99 por ciento) y el resto se encuentra en el campo, sector que también pasó, en 20 años, de representar 0.5 por ciento de este tipo de trabajos a 1 por ciento en el presente año.

A lo largo de este periodo también han cambiado los rubros que buscan trabajadores para proyectos cortos o momentáneos. En 1998, casi la mitad de los empleos de este tipo se encontraban en el ramo de la construcción; una cuarta parte se encontraban clasificados dentro de las industrias de transformación o de manufactura; y una décima parte se encontraba en los servicios para empresas, personas y hogar.

La agricultura, industrias extractivas y eléctrica, suministro de agua potable, el comercio y los servicios sociales y comunales, representaban el resto.

Sin embargo, de acuerdo con los promedios finales del año pasado, el sector de las industrias transformadoras capta ahora 28 por ciento de los trabajos eventuales registrados ante el IMSS, siendo este el rubro con mayor cantidad de este tipo de empleos, seguido de la construcción, que representa 24 por ciento.

Le sigue el área de servicios para empresas, personas y hogar, que agrupa 17 por ciento, y el de comercio, que representa 13 por ciento. Dichos porcentajes se mantienen en cifras similares hasta mayo del presente año.

La Organización Internacional del Trabajo, en el estudio El empleo atípico en el mundo, publicado hace un par de años, señala su preocupación por el crecimiento de distintas modalidades de empleo, entre ellas la eventual, ya que se asocia con mayor inseguridad para los trabajadores, y asegura que lo que podría ser deseable y beneficioso para el empleado o la empresa, especialmente en el corto plazo, puede tener consecuencias negativas para la economía.

Además, alerta sobre las consecuencias importantes e infravaloradas por las empresas, que podrían subestimar algunas de las exigencias de gestión que suponen las formas atípicas de empleo, en especial si una parte considerable de su mano de obra está empleada bajo estas modalidades.

Entre las consecuencias de tener una alta tasa de empleos atípicos, indica que se puede generar una escasa inversión en innovación y una desaceleración de la productividad.