Jorge Pérez Solano estrena hoy su tercera película en la Cineteca Nacional
Viernes 10 de agosto de 2018, p. 7
En la Costa Chica de Oaxaca y Guerrero los habitantes de raza negra que ahí radican, en número significativo, piensan que son producto de un naufragio. Aunque ignoran la proveniencia el barco que los conducía a México en calidad de esclavos, suponen que los soltaron al agua pensando que iban a ahogarse, pero que sobrevivieron de algún modo. La mayoría ignora que son descendientes de africanos y que provienen de las naciones de aquel continente, y se refieren a sí mismos como negros mexicanos
, nada más, relata el cineasta oaxaqueño Jorge Pérez Solano.
Existe incluso el mito de que las ruinas de ese barco aún están en la región, pero es un territorio tan extenso y, a veces, tan salvaje, que es muy complicado llegar hasta él. Esa es la historia que originalmente quiso contar en su tercer largometraje de ficción, La negrada (México, 2018): Gente que vive en la costa pensando que un día volverá a un lugar que ya olvidaron
, explica.
Una de las señoras que aparecen en la cinta, y que posee unas cabañas en Chacahua, ejemplifica, no entendía por qué los turistas negros –estadunidenses o colombianos–, le llamaban hermana
, hasta que la experiencia del filme le hizo concientizar que todos provienen de África y que llegaron a América como esclavos.
Pese a los discursos oficiales sobre las políticas públicas incluyentes, sobre una sociedad multicultural y multiétnica, junto a la idea de que el cine en México es democrático y plural, Pérez Solano nunca encontró, al repasar la filmografía nacional, una película dirigida o protagonizada por un negro –pues excepciones como René Muñoz o Jorge Zamora Zamorita eran de origen cubano, o los hermanos Laboriel, que descienden de hondureños–, aunque de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía un millón 381 mil 853 mexicanos se reconocen como afrodescendientes, es decir, 1.2 por ciento de la población total.
Así, el cineasta egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la Universidad Nacional Autónoma de México, comenzó a investigar el tema de la tercera raíz y algunas organizaciones especializadas en el tema le recomendaron viajar al poblado playero de Chacahua –muy cerca de Puerto Escondido, Oaxaca– para encontrar habitantes negros. Ahí comenzó un periplo que lo llevó por la Costa Chica de Guerrero y Oaxaca donde visitó Cuajinicuilapa, Pinotepa, Corralero, Collantes, El Azufre, El Ciruelo y Charco Redondo, para sopesar las posibilidades de filmar allá una historia.
En su proceso de investigación se topó con el fenómeno del queridato –los hombres que tienen dos o más familias– y empezó a desarrollar el relato de Juana (Juana Mariche Domínguez), mujer resignada a morir porque requiere un casi imposible trasplante de riñón, para tristeza y desesperación de su hija Sara (Sara Gallardo) y la apática reacción de su marido Neri (Felipe Neri Acevedo Corcuera), quien tiene otros tres hijos con una segunda mujer, Magdalena (Magdalena Soriano), para disgusto de ambas, en una situación que se considera normal en su comunidad.
Es un tema doloroso en el término sentimental, no en el sexual. Esta idea de tener una pareja es una figura que, aunque no sea real, los hace sentir bien. Es algo que todavía no alcanzo a entender; en la historia, aunque esta mujer vive con sencillez, su complejidad es saber si su amante, ahora que enviude se va a casar con ella. Meterme en la cabeza de una mujer es una de las cosas que más me gustan, pero que jamás podré descifrar
, cuenta el realizador, guionista y productor.
Cine oaxaqueño
El elenco se formó con habitantes de varias comunidades que se conocieron en los ensayos, antes de la filmación; ahí fueron descubriendo que muchos tenían familiares comunes, pues provienen de familias que se fueron desperdigando en toda la zona y que ya no son totalmente negros, sino que están mezclados y ya son afroindios, es decir, mestizos de africanos con indígenas.
El tono de piel que utilizo en la película no llega a lo totalmente negro que yo hubiera querido. Me dijeron que si me metía más iba a encontrar más negros, pero son más salvajes. Igual lo hago la próxima vez, allá se les llama azules o rojos, porque a cierta hora del día parece que desprenden un haz con esos tonos; bien bonito. Pero, o eran muy tímidos o muy salvajes, o no querían ni que me les acercara o me decían que les daba pena
, explica el director, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
Aunque con frecuencia su cine es definido como oaxaqueño, Pérez Solano prefiere llamarlo de aires mixtecos. Pues sus tres largometrajes –todos con fotografía y coproducción del cinefotógrafo César Gutiérrez Miranda– se han filmado en esa zona: su opera prima Espiral (México, 2010), sobre las mujeres que se quedan solas en su pueblo porque los hombres emigran a Estados Unidos, ocurre en la mixteca oaxaqueña; La tirisia (México, 2014), que retrata la tristeza de Cheba, quien ha de entregar a su bebé recién nacido para que su marido que vuelve tras largos años como mojado no descubra que se enamoró de otro, fue en las salinas de Puebla, y La negrada iba a ocurrir en la mixteca guerrerense, en Cuajinicuilapa, aunque acabó filmándola en las proximidades de Pinotepa Nacional.
A lo mejor es que soy de Oaxaca y no quise cruzar esa frontera. Me gustaba mucho este tono chillante de las mujeres que todo el tiempo se están gritando groserías. Si clasificara a mis películas como hijas, esta sería la más desmadrosa, la más ruidosa, bullanguera. En medio de todo eso quería contar su historia, que también sufren mucho por esta cuestión del queridato.
La negrada, producción de Tirisia Cine, ganadora del premio Mezcal a mejor cinefotógrafo en el 33 Festival Internacional de Cine de Guadalajara, tendrá su estreno en cartelera hoy en la Cineteca Nacional.