narco
e entrada, debemos señalar uno de los mayores disparates lingüísticos que se ha dado en el cine. Escobar: la traición es una coproducción hispano-búlgara, dirigida por un español––Fernando León de Aranoa– y protagonizada por la pareja Javier Bardem y Penélope Cruz, españoles también. La acción se sitúa totalmente en Colombia. Y, sin embargo, la película está hablada en inglés. ¿Tan fuertes son las imposiciones de mercado, que fue necesario doblar las manitas –o las lengüitas– para ser competitivos en las pantallas gringas?
En fin, el caso es que estamos ante otra recreación de la vida y crímenes de Pablo Escobar (Bardem, claro), el narcotraficante más célebre de Colombia. La novedad es que la historia está narrada por la periodista Virginia Vallejo (Cruz), quien fuera amante del capo y después ardida delatora. A lo largo de dos horas se repiten los grandes éxitos de Escobar –más detalladamente descritos en la popular serie Narcos–, seguidos por su inevitable caída.
Es, pues, un clásico ejemplo de cine de gángsters, con su tradicional curva dramática de ascenso, apogeo y derrumbe. Desde la perspectiva de Vallejo, la historia describe la inicial notoriedad de Escobar como un bienhechor de los pobres –les construye un vasto complejo habitacional–, su frustrado intento por ser un miembro del Congreso colombiano para adquirir respetabilidad, la distribución monopólica de la cocaína en Estados Unidos y el poderío acumulado por encima de sus socios. Luego la cosa se pone violenta cuando el gángster comienza su guerra personal contra el gobierno colombiano y la DEA, liquidando a adversarios políticos, oficiales de la policía y rivales del narcotráfico. Aunque Escobar acepta ir a la cárcel, será dentro de una prisión de su propio diseño y consecuente comodidad. La fuga de ésta marcará el principio del fin.
Escobar: la traición tiene la sutileza de una ráfaga de ametralladora. El madrileño León de Aranoa, que había demostrado ser un director promisorio con buenos documentales y el drama obrero Los lunes al sol (2002), ha optado por servirnos un placer culposo, dado el carácter amarillista de su enfoque. Las secuencias de crimen están bien urdidas visualmente, sobre todo aquella donde un gran avión aterriza en una carretera estadunidense para descargar bolsas de cocaína.
No hay aquí una humanización del gángster como lo hace Scorsese. El retrato es el de una mala bestia, que Bardem interpreta de manera verosímil. Hablando inglés con acento colombiano, adornado por una peluca rizada, manteniendo una mirada torva y fija que no parpadea, el Escobar de Bardem es una creación memorable que le da peso y gravedad a la película.
Por otra parte, la fuerza se pierde cuando la narrativa se concentra en Vallejo y la paranoia de que su feroz amante tome represalias contra ella. Sobre todo sus encuentros coquetos con el agente de la DEA Shepard (Peter Sarsgaard) son demasiado prosaicos y poco interesantes. Sarsgaard es un buen actor, pero aquí se vuelve un mero monigote de una subtrama inútil.
A saber por qué la titularon aquí como Escobar: la traición. Su nombre original, Loving Pablo es la mitad del título del libro escrito por Vallejo, Loving Pablo, Hating Escobar en que se basa el guion. Otro desacierto lingüístico en una película que parece avergonzada de la lengua española.
Escobar: la traición
(Loving Pablo)
D: Fernando León de Aranoa/ G: Fernando León de Aranoa, basado en el libro Loving Pablo, Hating Escobar, de Virginia Vallejo/ F. en C. Alex Catalán/ M: Federico Jusid/ Ed: Nacho Ruiz Capillas/ Con: Javier Bardem, Penélope Cruz, Peter Sarsgaard, Julieth Restrepo, Óscar Jaenada/ P: Escobar Films, B2Y Productions. España-Bulgaria, 2017.
Twitter: @walyder