Malestar por el alza arbitraria a las tarifas de transporte público
nte el reciente anuncio del gobierno del estado de Zacatecas sobre el incremento en la tarifa del transporte público de pasajeros colectivo concesionado, la reacción inmediata que surge de forma automática entre los usuarios es la exigencia a las autoridades para que este incremento realmente garantice una mejora en la calidad del servicio, operación e infraestructura, y no solamente sea una respuesta al alza en los costos de las gasolinas, pues de ser así sólo se convertirá en una medida paliativa temporal para resolver los problemas del transporte público en la zona metropolitana.
El incremento en la tarifa del servicio debiera propiciar la solidez financiera para restructurar de manera inmediata este servicio público tan necesario, para garantizar de forma acelerada la profesionalización y calidad del servicio que tanto exige el usuario.
Es necesario que se acelere la decisión de incrementar el salario mínimo y se inicie el debate de la propuesta de subsidiar las tarifas de transporte público mediante mecanismos que transfieran su costo a los usuarios del automóvil privado.
Ante los hechos consumados, la autoridad debe hacer valer de inmediato los compromisos asumidos por parte del sector de transporte para brindar un servicio profesionalizado y optar por ofrecer soluciones de movilidad, rediscutiendo los diversos proyectos de Metrobús y poniendo sobre la mesa, como prueba piloto, la apertura de un carril confinado para ciclistas desde la Unidad Académica de Odontología en Guadalupe, hasta la plaza Bicentenario de Zacatecas.
Una vez más se ha puesto de manifiesto la ausencia de una organización que represente a los usuarios del transporte público colectivo.
Las autoridades no asumen que la toma de decisiones como la que hoy comentamos, sin que medie consulta alguna a los afectados, sólo les resta legitimidad y fortalece la percepción de que ninguna autoridad se esfuerza en representar los intereses generales, de manera que disminuye su credibilidad y agudiza la crisis de representación que padecemos como nación.