México, mediocridad económica // Ocupa escalón 18 de 33 posibles
omo ha sucedido a lo largo de las pasadas tres décadas, en 2018 la economía mexicana se mantiene en la mediocridad absoluta y muy lejos está de ocupar los primeros lugares latinoamericanos, los cuales, dicho sea de paso, corresponden a República Dominicana, Panamá, Paraguay y Bolivia, las naciones con mayores tasas de crecimiento en la región.
De acuerdo con el más reciente informe de la Cepal ( Estudio Económico de América Latina y el Caribe, 2018), divulgado ayer, la economía mexicana ocupa el escalón número 18 de 33 posibles, y en el contexto regional es superada, holgadamente, por las naciones citadas, las cuales reportan tasas de crecimiento de entre 4.3 y 5.4 por ciento, contra el sempiterno rango de 2 por ciento, más un piquito, que logró nuestro país.
La estadística del citado organismo especializado de la ONU revela que en el sexenio de Enrique Peña Nieto la economía mexicana habría crecido, en el mejor de los casos, a una tasa anual promedio de 2.2 por ciento. Comparativamente, en esos seis años las economías de Panamá, República Dominicana y Paraguay reportaron –cada una– 6 por ciento a tasa anual, y 5 por ciento en el caso de Bolivia. Y en el periodo citado, ¿qué otro país creció 2.2 por ciento como promedio anual? Haití.
He allí el verdadero alcance de la tan cacareada fortaleza
y modernidad
económica de México, o lo que es lo mismo, el navío de gran calado
defendido por los pasados tres fallidos marineritos de tierra (Fox, Calderón y Peña Nieto), quienes en lo que va del siglo XXI a duras penas lograron una tasa anual promedio de crecimiento de 2.1 por ciento.
En este contexto, en los pasados seis años la economía venezolana quedó arrasada, al reportar un desplome anual promedio cercano a 8 por ciento. La brasileña cayó 0.7 por ciento anual en el periodo y la argentina apenas logró un crecimiento
de 0.3 por ciento.
Por otro lado, la Cepal calcula que México alcanzará un crecimiento económico de 2.2 por ciento en 2018, debido a la perspectiva de una mejora en el comercio mundial (particularmente con Estados Unidos), al aumento de los ingresos públicos petroleros y a las actividades de reconstrucción derivadas de los desastres naturales de 2017
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Eso en el mejor de los casos, porque existen riesgos de que, de materializarse, podrían propiciar una desaceleración del crecimiento del producto interno bruto (PIB). Están ligados al cambio en las condiciones financieras internacionales por un aumento acelerado de las tasas de interés externas, por la incertidumbre financiera vinculada a los conflictos geopolíticos, por los efectos negativos que la reforma fiscal en Estados Unidos pudiera tener sobre el flujo de inversión a México, la incertidumbre en torno a las políticas proteccionistas de Estados Unidos y la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)
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El organismo especializado estima que en 2018 la inflación llegue a 4 por ciento (en el límite superior de la meta del Banco de México) y que la tasa de desempleo alcance 3.3 por ciento de la población económicamente activa. El déficit fiscal del sector público sería de 2.5 por ciento del PIB (se calcula un superávit primario de 0.8 por ciento del PIB) y el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos alcanzaría niveles cercanos a 1.9 por ciento al cierre de 2018. En el primer semestre del presente año los ingresos públicos presupuestarios disminuyeron 10.3 por ciento en términos reales respecto del mismo periodo de 2017.
Las rebanadas del pastel
El pejepresidente afirma que el neoliberalismo fracasó. Y, sí, tiene razón: un grupúsculo de políticos y empresarios arrasó con México y los mexicanos. Por ello, debería preguntar a los Slim, Larrea, Bailleres y conexos, qué tan mal les fue en los seis gobiernos neoliberales (cuatro priístas, dos panistas) que defendieron el modelito a capa y espada.