Opinión
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Muchacho solo
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▲ Fotograma de Apóyate en mí, de Andrew Haigh.
E

l británico Andrew Haigh ha filmado su cuarto largometraje en Estados Unidos para lanzar una mirada sen-sible al oeste de ese país, tan devastadora como su descripción de pareja de avanzada edad en 45 años (2015).

Basado en una elogiada novela de Willy Vlautin, Apóyate en mí, se centra en la figura solitaria de Charley (Charlie Plummer), un adolescente de 15 años quien, tras el abandono de su madre, vive con su inestable padre Ray (Travis Fimmel) en Portland. De casualidad, el joven conoce a Del Montgomery (Steve Buscemi, más cascarrabias que nunca), un correoso entrenador de caballos que se gana la vida corriendo a sus animales en carreras pueblerinas de Oregon. Charley se siente atraído en especial por Lean On Pete (el título original de la película), un jamelgo que se encuentra en sus últimas.

Golpeado brutalmente por un marido celoso, Ray acaba internado en un hospital. Charley continúa trabajando para Del y conoce a Bonnie (Chloë Sevigny), una jinete con la que simpatiza. Cuando su padre muere a causa de sus heridas, el muchacho se refugia con su nueva familia, rehusándose a ser cuidado por una agencia de asistencia social. Cuando Lean On Pete pierde su última carrera, Del decide venderlo para ser llevado a México, donde terminará como carne para perros. De manera intempestiva, Charley decide robarse al caballo, subirlo al tráiler del entrenador y lanzarse a la carretera.

Antes de que la película pudiera transformarse en una road movie, el vehículo se descompone y Charley se ve obligado a hacer la travesía a pie, conduciendo a Lean On Pete de la mano (sin nunca montarlo). Su viaje a campo traviesa en busca de su tía Margy, quien lo cuidó de niño y ahora vi-ve en Wyoming, se convertirá en una dura odisea en la cual el joven descenderá a los márgenes de la sociedad.

No estamos, desde luego, ante una historia sentimental de un muchacho y su caballo. Los recuerdos melosos de una película como Mi amiga Flicka (Harold Schuster, 1943) y similares no vienen al caso. Haigh se muestra compasivo con su protagonista, pero nunca cede a la sensiblería. Como bien señala el personaje de Bonnie, Lean On Pete no debe verse como mascota, es simplemente un caballo.

A lo largo de la narrativa, Charley añora a la figura materna que representó su tía Margy (Alison Elliott) y a lo largo de su travesía edípica va a encontrar algo de ternura femenina en una novia ocasional del padre, la propia Bonnie, una mesera y una adolescente obesa. Sin embargo, la descarga emocional del muchacho ocurrirá cuando finalmente se encuentre en brazos de su tía. Entonces el llanto que ha reprimido en todas sus pérdidas, aflorará libre y catárticamente. Su maduración ha sido completa.

Si bien uno no cree que Charley podría haberse escapado de la ley tan fácilmente cuando se roba el tráiler y el caballo : –ciertamente, el irascible personaje de Del no se cansaría de perseguirlo– Apóyate en mí convence en su registro naturalista, que capta emociones apoyándose más en gestos y miradas, que en diálogos. A esa estrategia colabora la discretísima música de James Edward Barker, que apenas comenta las acciones con acentos. Mientras la búsqueda del paisaje estadunidense, tan propia del western está bien conseguida por la fotografía del danés Magnus Jonck.

Curiosamente, si bien el tema, los personajes, las situaciones y las locaciones son típicas del cine estadunidense, Apóyate en mí es una producción totalmente británica. Las mitologías viajan bien, a veces.

Twitter: @walyder