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Retener al talento mexicano
M

éxico está rezagado en la economía del conocimiento y, como señala la Cepal, los países que se incorporan a la economía del conocimiento alcanzan el crecimiento económico, el desarrollo y la igualdad. Si bien el país ha hecho esfuerzos importantes en este sentido, lamentablemente siguen siendo escasos. No sólo hay un número insuficiente de usuarios de Internet (50 por ciento) o computadoras, sino que lo que invierte en investigación es sumamente bajo (0.5 por ciento) cuando las recomendaciones internacionales señalan uno por ciento del producto interno bruto (PIB), por lo menos. Inversión que debe irse incrementando en forma periódica hasta alcanzar los niveles necesarios, y requiere legislarse para que los gobiernos entrantes estén imposibilitados de echar atrás lo alcanzado, como sucede muy frecuentemente en México. Como ha ocurrido con el presupuesto del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) que entre 2016 y 2018, tuvo un recorte presupuestal de 28 por ciento. (La Jornada, 26/8/18).

Para que la economía del conocimiento pueda desplegar toda su potencialidad como herramienta de inclusión social y de igualdad, es necesario que México enfrente y supere factores críticos que requieren atención urgente, pues colocan a la población en condiciones de asimetría económica para evitar que la economía del conocimiento beneficie a un sector y no a la población en su conjunto. Factores críticos que se han profundizado a partir de la adopción del modelo neoliberal al mantener un mercado interno deprimido, con salarios insuficientes, inaceptables niveles de pobreza, sin acceso a salud universal, enormes disparidades regionales, un sector educativo que alcanza un limitado nivel de nueve años. Por otro lado, México tiene una de las más altas concentraciones del ingreso, lo que representa un impedimento para la inserción igualitaria de la población en la economía del conocimiento. Y como se ha visto en otros países, son las caídas fuertes en la desigualdad las que registran niveles más altos de la economía del conocimiento. De ahí la importancia de plantear una estructura impositiva progresiva para ir remediando la marginación social.

Esta es la realidad que explica, en gran parte, por qué México es el primer exportador de América Latina y el sexto a escala mundial de migrantes altamente calificados en los países de la OCDE, y por qué los mexicanos con licenciatura, maestría y doctorado en Estados Unidos, para 2011 ascendieron a más de un millón de personas, situándose en el segundo grupo nacional de migración calificada después de la India (Red Global MX). La mayoría de los talentos mexicanos que están fuera del país tomaron esa decisión por no haber encontrado ni el apoyo ni el interés de las instituciones para desarrollar su conocimiento y creatividad, además de enfrentar graves limitaciones para obtener los satisfactores necesarios y suficientes para una vida digna. Esa es la triste realidad.

Por ello no es correcto que se discutan conceptos tales como fuga de talentos, pues crea una idea equivocada y una percepción negativa que enfatiza la idea de que son personas altamente calificadas que huyen del país. De hecho, revisando el concepto en el Diccionario de la Real Academia Española se señala que son personas destacadas en asuntos científicos, culturales, técnicos que abandonan el país en detrimento de los intereses del país. Nada más alejado de la realidad, pues los trabajadores migrantes, sean calificados o con menores calificaciones, extienden su trabajo y conocimiento por el mundo poniendo a México en un alto nivel. Precisamente la Red Global MX del Instituto de Mexicanos en el Exterior (RE) hace un gran esfuerzo para contactarlos y buscar su vinculación con el país, esfuerzo que muchas veces se ve limitado por las condiciones económicas en las que se encuentran muchos de estos organismos.

Este es un momento clave, el nuevo gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador tiene que formular un proyecto integral que busque resolver los factores críticos y que vaya acompañado de la decisión de Estado para incorporar a México en el camino de la ciencia, la innovación, la tecnología, en un marco de justicia social y derechos humanos. Esta es la mejor forma para absorber a los talentos mexicanos. Es decir, hacer efectivo el derecho a no migrar.