Miércoles 5 de septiembre de 2018, p. 6
El ministro de Cultura de Brasil, Sergio Sá Leitao, luego del siniestro que consumió al Museo Nacional de Brasil, advirtió públicamente: ‘‘Que esto sirva de alerta para que tragedias como ésta no se repitan en otros museos e instituciones”.
Mientras desde los ventanales del palacio imperial en Río de Janeiro se observa el interior sin techo, los pasillos ennegrecidos y las vigas carbonizadas, aún humeantes; en el resto del mundo los museos más renombrados no han emitido declaraciones sobre la pérdida del patrimonio en Brasil o de las medidas de protección instauradas en sus propios recintos.
El diario digital El Español publicó: ¿Qué pasaría si el Museo del Prado arde? y cuestionó a un experto en seguridad del patrimonio, funcionarios del Ministerio de Cultura y bomberos.
En su llamado a imaginar Las Meninas en llamas, obras de Velázquez, Murillo y Ribera hechas cenizas, los encargados de planear las estrategias contra catástrofes en el museo madrileño consideran que es remota la posibilidad de que suceda un siniestro como el de Brasil.
‘‘Cuando nada pasa, nadie se acuerda de la seguridad, pero cuando sucede algo todo mundo lamenta y critica. Nunca viene mal más presupuesto y más mentalización”, dijo a la prensa el experto José Ignacio Olmos.
La situación sería muy diferente si la emergencia ocurre durante las horas en que el edificio está abierto al público; la prioridad son las personas y luego las obras de arte.
Sin embargo, en 2013 la filtración de agua en el área de almacenamiento en el museo español provocaron un arsenal de medidas de seguridad. Las goteras en el edificio Jerónimos, en el llamado Prado oculto, reabrió en los órganos directivos un fuerte debate sobre el control y seguridad.
En Brasil, Leitao denunció que la tragedia es ‘‘consecuencia de años de negligencia”, como la falta de presupuesto.
La Asociación de Museos, con sede en Londres, advierte que los recortes presupuestales provocan que algunos museos se vean tentados a reducir su seguridad. Sin embargo, estas decisiones dificultan cuidar de sus propias colecciones e impiden solicitar préstamos externos.