uién habla de vivir? En otras palabras, ¿sobrevivir? Máxime cuando se vive la octava década. Y los amigos se mueren. Este martes Antonio Zaldívar y Fernández del Valle, compañero de aventuras, secretos, intimidades, cariño, fugacidad de los instantes, con el que intentábamos apresar el sentido y salir de la mundanidad de la soledad y de la multitud. Dejar atrás la no verdad y apresar por un instante lo absoluto. Sin embargo, tuvimos que enfrentar brutalmente el revés del tiempo, su negra espalda, su vuelco, el lugar en que los hilos de la vida se entretejen y dan aposento al no sentido. Lo que se nos iba, se escapaba, lo desconocido de la lectura de estos de polvo de huellas de la memoria susceptibles de volatilizarse instantáneamente por poco que faltara el contacto y volviera a aparecer el hueco, la incompletud, el vacío, la desilusión (la muerte de su nieto) y volver a enfrentar la fugacidad de instantes vividos.
Qué lejos me van quedando los paisajes llenos de vida de las montañas mexicanas. Difícil resulta describir la belleza de esos paisajes. Ese parque sin igual llamado El Chico en el estado de Hidalgo, donde solíamos pasar las vacaciones en la hacienda de su hermana Isabel, o esos domingos en el Desierto de los Leones trepando al San Miguel, o al Tepozteco y Tepoz-tlán. Esas noches discutiendo los múltiples fantasmas de la destrucción que azotan valles, ríos, nubes, aire, cielo y montañas con árboles añosos. ¿Dónde quedó la inconfundible montaña mexicana, la siempre interminable montaña que caracterizaba a nuestro país con su variedad en los detalles, cambios de modalidad y forma, pero con una modalidad y forma que no se quebrantaba nunca, como nuestra amistad y la de Felipe García Moreno, Luis Zubieta, Ángel, José Luis y Alejandro Solana, Ricardo Suárez, Enrique Arellano. Ausencias que en ocasiones se vuelven presencias.
Con la muerte de un amigo, algo muere dentro de uno y la vivencia es sentirse solo en el mundo, en condición marginal. Imposible encontrar lo perdido. La intuición lleva a profundizar el dolor que al verlo encarnado en otros despierta cierta identificación. Un abrazo a Francesca (Cheky), Alex, Juan, los nietos. Un recuerdo final; la cena en su casa alrededor de una televisión que transmitía el último debate por la Presidencia de la República. El México que se nos iba…