¿Cómo empezamos a usar una palabra? ¿Por qué elegimos esa y no otra? ¿De qué manera logramos integrarla a nuestro vocabulario? Esas y otras reflexiones se entretejen en Funderelele y más hallazgos de la lengua, el libro más reciente de la autora y comunicadora Laura García Arroyo (Madrid, 1975).

Publicado por la editorial Destino, ese trabajo reúne 71 palabras acompañadas por breves ensayos donde la escritora comparte su descubrimiento y la manera en que se incorporaron a su cotidianidad.

Bombardeo tecnológico

‘‘Las palabras desconocidas nos rodean, siempre están ahí. Desde hace mucho tiempo tengo la costumbre de anotar las que me parecen una joyita o me divierten”, explica García en charla con La Jornada.

‘‘Fue en Twitter –añade– donde empecé a compartir términos con el hashtag palabras que me encuentro. Inconscientemente añadí anécdotas o situaciones en las que creía que se podían usar.

‘‘Posteriormente, un colega del sello Planeta me alentó a estructurar este libro. En un primer momento no quería hacer un diccionario (que no lo es) como para justificar ciertas palabras que no tenían un hilo conductor, pero luego me di cuenta de que tengo una historia con la mayoría de ellas.”

Entre los 71 términos figuran timar, cuyo significado remite a dos enamorados que se entienden con la mirada o se hacen guiños; paparrucha: noticia falsa que se esparce entre la población; núbil: que está en edad de contraer matrimonio; y nomofobia: miedo irracional a quedarse desconectado del celular.

▲ Laura García en la entrevista con La Jornada. Foto Luis Humberto González

Respecto del título, detalla: ‘‘Funderelele no es una palabra que aparezca en el diccionario. Ni siquiera encontré el origen o la etimología. Sin embargo, descubrí una heladería en Monterrey que así se llama. Me gustaría que todo mundo la conozca y el diccionario la retome como palabra de uso común”.

Funderelele es un utensilio de cocina, similar a una cuchara, con un mecanismo que da forma de bola al helado.

‘‘Funderelele me lleva directamente a un tablado de flamenco. Escucho las palmas y sigo el compás. Que exista o no una palabra no lo determina un diccionario, sino el hablante cuando la usa y entiende.”

Es lamentable, añade, que hoy las personas sólo usen 300 palabras al día cuando existen más de 300 mil. ‘‘Eso sucede porque nos hemos vuelto flojos, la tecnología nos soluciona varias cosas y nos quita las ganas esforzarnos. Estamos muy bombardeados.

‘‘Es mi aportación al rescate de un mar de palabras: en los diccionarios, en las personas, en los escenarios cotidianos, en las actividades diarias y que a veces dejamos de lado por atender otras cosas.’’