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Nosotros ya no somos los mismos

¿La Asamblea Interuniversitaria en el Che Guevara?

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▲ Debido a gran participación en la pasada Asamblea Interuniversitaria, convocada con motivo del paro iniciado en diversas escuelas de la UNAM, fue necesario cambiar de sede al auditorio Alfonso Caso, de Ciudad Universitaria.Foto Cuartoscuro
E

l pasado lunes, en un reportaje de Fernando Camacho y Arturo Sánchez, se mencionaba como un dato más pero, sin darle mayor importancia, el hecho que para mí merecía no sólo la cabeza de la nota, sino una primera plana. Después de 20 horas de intensos debates, a las ocho de la mañana del sábado 15, se votó la sede de la próxima reunión de la Asamblea Interuniversitaria. Al respecto hubo una sola propuesta: el auditorio universalmente conocido como Che Guevara y, cuyo nombre, legalmente asignado, es el de Justo Sierra. El único riesgo que se corría era abrir las puertas a los grupos que desde hace muchos años se han posesionado del recinto, y cuyos objetivos de lucha no se empataban con los del actual movimiento.

Como anteriormente éste fue el criterio que prevaleció y por el cual, precisamente, esa sesión se estaba celebrando en la Escuela Nacional de Antropología, supuse que de nueva cuenta se escogería otro lugar menos conflictivo. Seguí leyendo para conocer el sitio decidido pero, ¡oh sorpresa! Sin oposición alguna, la asamblea acordó lo inconcebible para mí: a las nueve de mañana del próximo sábado 29, efectuará su siguiente reunión en este espacio de la UNAM, inaccesible durante más de tres sexenios para todo universitario que no fuera un iniciado de esta cofradía fundamentalista, cerrada, excluyente y contraria a los principios esenciales de todo recinto universitario.

No salgo de mi asombro. Reviso las versiones, totalmente antitéticas que he venido recogiendo y confrontando durante años sobre este delicado y espinoso asunto del auditorio Che Guevara.

Mis amiguitas que forman el colectivo “Luxemburgo/ Sedova/& Krúpskaya, me dicen: No puede ser que también tú hayas caído en la gran maniobra del neoliberalismo internacional que se ha propuesto el aniquilamiento de todo proyecto que promueva una educación que concientice, libere, movilice a los seres humanos de todos los rumbos del planeta en una lucha, ya imparable, para alcanzar que toda persona cuente con las condiciones mínimas, materiales y anímicas que se requieren para una vida digna de ser vivida. Para ustedes (–¿y yo por qué?– contesto, envolviéndome en la línea mayéutica desarrollada magistralmente por el filósofo de San Francisco del Rincón), la retención del auditorio no les representa más que una violación al sagrado derecho de propiedad. El lumpen que lo ha invadido no puede aspirar a integrarse a la universidad, a SU universidad, como partícipe de la comunidad más entrañable, lúcida y luminosa de la nación. Al apropiarse de un pequeño pero emblemático espacio les recuerda que han ignorado el mensaje escrito en uno de los muros de Rectoría, por el maestro Siqueiros: La Universidad al Pueblo. El Pueblo a la Universidad.

En el otro polo están vociferantes y soberbios los CEOs, sus hijitos los yuppies que patrocinan a condotieros de la peor ralea, como un mentado Döring que ha hecho del fuero constitucional patente de corzo para cometer bajezas y tropelías que seguramente avergüenzan a la gente, de veras decente, que milita en Acción Nacional. Recuerden que él, Döring, fue la cuna mecida a dos manos por Diego Fernández de Cevallos y Salinas de Gortari durante la guerra sucia contra López Obrador. Turbio, hipocritón, taimado alcahuete a quien encargan las tareas que ni los negros hacen. (Última cita del inimputable, en atención al duro golpe económico que injustamente le ha sido infligido a su precaria economía), este patibulario Döring, en sus ansias por ganarle los reflectores al otro sicópata panista, Arne Aus den Ruthen, hizo las afirmaciones más infames, falsas, groseras, en síntesis estúpidas, sobre la UNAM: incubadora de guerrilleros, de narcos, ninis, monolingües, mal vestidos, hediondos. El país pierde miles de millones manteniendo esta caterva de outsiders, de nacidos para perder (Tom Laughlin, 1967), cuando lo obvio es dedicar estos antiguos terrenos campesinos, (sobre los que se erigió la monumental Ciudad Universitaria), a una actividad realmente productiva: construir el centro comercial más grande del continente.

Ya habrá tiempo y lugar para exhibir a esta horda de tránsfugas del pleistoceno. Por ahora es obligado reconocer a los jóvenes de la asamblea, la hazaña del diálogo concertado con los fantasmas que habitan el Che. ¿Cómo pudieron, en días, lograr la interlocución que en 20 años no consiguieron los rectores de diferentes colores, tamaños, ambiciones? ¿Qué miembros de la Junta de Gobierno, del Consejo Universitario, directores de escuelas, facultades e institutos promovieron la mínima iniciativa para conseguirlo?

Si el 29 de septiembre se lleva a cabo, sin problemas, la reunión de la Asamblea Interuniversitaria en el auditorio Che Guevara, a todos los actores responsables, mi reconocimiento, gratitud, admiración y afecto.

Twitter: @ortiztejeda