Antonio
uestro amigo Antonio González, quien falleció el 11 de noviembre, siempre se atrevía a hacer de manera sumamente pragmática lo que todos advertían sería poco pragmático y conveniente, y aunque no siempre ganaba, casi nunca perdía.
Este líder latino-estadunidense (o sea, no inmigrante; señalaba: mi familia tiene generaciones en estas tierras, nunca cruzamos la frontera, la frontera nos cruzó a nosotros
) y sus aliados generaron olas de nuevos votantes latinos –incluso en las recientes elecciones– e impulsaron triunfos de innumerables políticos latinos a nivel local, estatal y federal, como parte de su esfuerzo de décadas para que los latinos asumieran su papel político y con ello cambiaran a este país, incluida su relación con los latinoamericanos.
Formado por una generación con antecedentes en movimientos radicales de los años 60 en Texas y California, fue discípulo de Willie Velásquez, parte de esa diáspora radical, quien fue pionero en promover el empadronamiento y la participación electoral de los latinos, el sector minoritario más grande del país, o sea, se dedicaron a despertar al gigante dormido
de la política electoral estadunidense.
González fue uno de los sucesores de Velásquez al tomar las riendas, junto con Lydia Camarillo, de las organizaciones Southwest Voter Registration Education Project (SVREP) y el William C. Velásquez Institute con sedes en Los Ángeles y San Antonio.
En 2005, González fue nombrado por la revista Time como uno los 25 líderes latinos más importantes del país.
Pero lo que más distinguía a Antonio es que rompió con el curioso consenso entre líderes latinos de evitar asuntos de política exterior o temas como el comercio, el medio ambiente o la política antinarcóticos.
Impulsó consultas entre líderes latinos locales y nacionales sobre el TLCAN cuando éste se negociaba con México. Fue tal vez el primer líder latino en sumarse a los grandes debates por la despenalización de las drogas. Promovió una alianza Morena/Verde
para elaborar estrategias ambientalistas.
González se atrevió a retar al monopolio de la cúpula anticastrista de Miami sobre la política exterior estadunidense hacia Cuba, organizando nuevas corrientes latinas –incluyendo cubanoestadunidenses que favorecían una normalización de relaciones– como numerosas delegaciones de líderes latinos estadunidenses a la isla para crear un nuevo eje de debate dentro de este país, como para abrir avenidas de cooperación internacional.
También participó en diversos proyectos bilaterales con Venezuela y nutrió un diálogo entre latinos aquí sobre el experimento bolivariano. De hecho, mucho de esto lo pudo hacer gracias a la visión del extraordinario embajador venezolano Bernardo Álvarez, cuyo segundo aniversario luctuoso es justo este domingo.
Anteriormente organizó delegaciones de líderes latinos estadunidenses a Centroamérica con el propósito de generar no sólo alianzas sino de nutrir la oposición dentro de Estados Unidos a políticas intervencionistas en la región.
También intentó hacer algo parecido con México, buscando establecer relaciones con fuerzas políticas progresistas en el ámbito electoral, lo cual fue tal vez su mayor frustración al no encontrar el eco que esperaba en el país más cercano a su corazón.
A través de sus colaboraciones, diálogos, tragos, cafés y entrevistas con La Jornada (el mejor periódico del hemisferio
siempre declaraba en su programa semanal y en todo foro) nos regaló una y otra vez su experimentado y agudo ojo para explicar las dinámicas políticas dentro de Estados Unidos y sus implicaciones para todos nosotros. (https://www.jornada.com.mx/2017/07
/24/opinion/018a1pol; https://www.jornada.com.mx/2017/02
/23/opinion/021a2pol; https://www.jornada.com.mx/2016/08
/07/opinion/018a1mun; https://www.jornada.com.mx/2014/07
/13/opinion/021a1mun; https://www.jornada.com.mx/2013/06
/19/politica/014n1pol).
Antonio casi nunca perdía porque tenía una confianza media inocente –a pesar de su imagen como estratega político duro y pragmático– de que con cada nueva voz que lograba invitar a participar en el ámbito político y social de este país, un triunfo de todos y para todos siempre es posible.