El peral silvestre
uando el joven Sinan (Aydin Dogu Demirkol) regresa a su provincia natal luego de realizar estudios de literatura en la ciudad costera de Çanakkale en los Dardanelos turcos, lo primero que descubre es que su padre y mentor espiritual se ha vuelto un hombre menesteroso agobiado por las deudas contraidas en el juego. Aunque su madre es una personalidad fuerte, apenas ha conseguido ser un débil contrapeso frente a la degradación de ese padre de familia. La confrontación del hijo pródigo con una figura patriarcal, que es ya un elemento incómodo en la familia y un paria solitario a los ojos del resto de la comunidad, bien pudiera ser en sí un gran tema literario. Para el caracter impaciente de Sinan, representa en cambio un fuerte cuestionamiento de sus valores morales y su incipiente vocación de escritor.
Con una observación muy fina de las tensiones familiares y los contrastes culturales en un ámbito rural aferrado a sus tradiciones y creencias, El peral silvestre, octavo largometraje del turco Nuri Bilge Ceylan (Sueño de invierno, Palma de Oro en Cannes 2014), desarrolla en sus tres horas de duración un intenso relato sobre el tránsito a la madurez moral e intelectual de su joven protagonista. Hay en la cinta una fuerte carga de diálogos, pero esto apenas sorprenderá a los seguidores del cineasta acostumbrados a su retórica habitual, volcada a la reflexión filosófica y poética. Resultan así memorables las conversaciones de Sinan con dos jóvenes imanes, particularmente abiertos a la opinión contraria, sobre la importancia del Corán y sobre la necesidad del libre albedrío. La defensa que en ellas se hace de la coherencia intelectual y el reclamo de una honestidad moral van permeando en el espíritu agitado de un joven escritor a menudo intolerante.
Para calibrar mejor los señalamientos críticos del cineasta, basta ver la manera impertinente en que Sinan acosa a Suleyman, escritor consagrado, para que le explique las razones de su éxito, y la sabia reacción de su interlocutor maduro acostumbrado a los excesos inexpertos de un corazón muy joven
. Asimismo la alusión apenas velada a la indiferencia, cuando no al franco desdén, de las autoridades políticas turcas hacia cualquier tipo de quehacer intelectual. El peral silvestre refrenda el conocido gusto del director por temáticas de corte chéjoviano, donde prevalecen los enfrentamientos generacionales, el malestar de vocaciones artísticas al borde de la frustración y una fuerte melancolía plasmada aquí en los rostros y en los paisajes. La fotografía muy límpida de Gökhan Tiryaki y una pista sonora en la que domina Bach y su Passacaglia y fuga en C menor, contribuyen a crear la atmósfera de melancolía que mejor conviene a esa crónica de la madurez conquistada de Sinan, novel escritor inquieto, alter ego juvenil de un gran cineasta. Un cierre estupendo de la Muestra. Se exhibe en la sala 2 de la Cineteca Nacional, a las 14 y 19:45 horas.