Transformaciones
er el gran brote de luz y esperanza en México desde este país lleva a pensar que tal vez la cuarta transformación
podría ayudar a rescatar –por lo menos en parte– a Estados Unidos.
Como me comentó un buen amigo aquí, México está saliendo de un largo periodo de oscuridad justo cuando Estados Unidos se está sumiendo en un hoyo cada vez más negro, y ahora la pregunta es cuándo podrá pasar algo parecido al norte de la frontera.
Mientras editorialistas, analistas, expertos y otros en Estados Unidos siguen cuestionando si el nuevo gobierno de México será pragmático
o populista
, y varios expresan alarma de que podrían estar en peligro las grandes reformas
, las instituciones y la misma democracia
en el país vecino, es a veces increíble que a estas alturas no entiendan que están cuestionando la esencia de la democracia electoral que dicen defender: la expresión en las urnas de la voluntad de un pueblo. Que no les guste el resultado es otra cosa.
A la vez, muy pocos aquí muestran un tantito de vergüenza en esta coyuntura cuando en su propio país se desata una de las ofensivas más antidemocráticas en la historia moderna, con un régimen que lanza políticas de persecución y agresión contra inmigrantes, minorías, mujeres y medios, y abiertamente desafía a las ramas judiciales y legislativas e incluso sus propias agencias de seguridad pública.
En estos últimos días se han registrado aquí más síntomas de descomposición y desesperanza en el país más rico del mundo, ese que insiste en que aún es el faro de la democracia y la libertad. Una profesora de la escuela de educación de la Universidad Columbia especializada en historia judía, entre otras cosas, llegó a su oficina para encontrarse con suásticas pintadas en las paredes, sólo un incidente más en una ola creciente de crímenes de odio. Al mismo tiempo, la tasa mortal por sobredosis de drogas –sobre todo por opiaceos– en este país llegó a un nivel sin precedente según nuevas cifras oficiales, incrementándose 9.6 por ciento en 2017 sobre el año anterior al causar 70 mil 237 muertes. La tasa de suicidios se elevó 33 por ciento entre 1999 y 2017. En parte por esto, el Centro de Control de Enfermedades informó que la expectativa de vida en este país se redujo en 2017; no se ha registrado una reducción sostenida de la expectativa de vida desde los años de la Primera Guerra Mundial.
Pero hay fuerzas que reconocen las dimensiones de esta crisis y que promueven no sólo la resistencia sino una transformación aquí. Se expresan cada vez más: en estas últimas elecciones intermedias, en acciones que provocaron pánico entre la clase gobernante cuando decenas de miles de maestros estallaron en huelga en los estados más conservadores hace unos meses, o los jóvenes que crearon un movimiento nacional en rechazo de la violencia por las armas, los jóvenes inmigrantes, entre otros.
El pasado viernes, en medio de un foro de figuras progresistas en Vermont, se emitió un llamado para fundar una Internacional Progresista impulsado por el senador socialista democrático Bernie Sanders y el ex ministro de Finanzas griego Yanis Varoufakis con el propósito de enfrentar a las fuerzas derechistas nacionalistas del mundo.
El llamado afirma que el momento ha llegado para que los progresistas formen un movimiento por la justicia global; movilizar a los trabajadores, a las mujeres y los marginados alrededor del mundo detrás de una visión compartida de democracia, prosperidad, sustentabilidad y solidaridad
(ver el video y el llamado).
Tal vez México podría ayudar a impulsar un transformación aquí a través del ejemplo, por inspiración y/o a través de la presencia de México dentro de este país. Después de tanto tiempo en que Estados Unidos fue presentado en y ante su vecino del sur como el modelo a seguir, de repente podría ser al revés. Tal vez parte de la cuarta transformación
debería incluir un movimiento de solidaridad mexicano para, ahora, apoyar la democratización de Estados Unidos.