Marcador global de 7-2
Tras empatar, los auriazules se desfondaron frente a la ofensiva que impusieron las Águilas
Lunes 10 de diciembre de 2018, p. 4
Ni la mente más afiebrada pudo sugerir un escenario como el de anoche en el estadio Azteca. El América dejó reducido a astillas a Pumas. Lo eliminó con una goleada de 6-1 (7-2 global) para hacer realidad la peor pesadilla de los universitarios: perder ante el rival acérrimo y con un marcador tan ominoso.
El América en estado de gracia, inspirado, avanzó a la final que disputará contra Cruz Azul en un duelo que también tiene matices de clásico. Pumas tardará en recuperar la tranquilidad.
Las barras se desafiaban y enseñaban el músculo en las gradas. La cabecera sur poblada por auriazules tratando de hacerse notar tan fuertes como los locales. Las norte flameando banderas azules y amarillas. Una semifinal como esta exigía los sentimientos más genuinos en cada facción. Las gradas pletóricas en la ceremonia de las identidades futboleras.
El partido empezó sin concesiones. Ambos equipos muy revolucionados. América con la confianza que le brindaba estar en casa. Apenas empezaba y el primer descuido de Pumas salió caro. Renato Ibarra escapó por la derecha, Víctor Malcorra le dejó hacer, y ya con la portería a tiro, le cruzó un disparo que no pudo controlar Alfredo Saldívar, como si se tratara de un salmón vivo y escurridizo para recibir el primero de los locales. El entrenador David Patiño se quedó tieso, tratando de asimilar que ahora tendría que jugar contra la corriente. Esa desventaja no parecía, sin embargo, irreversible.
Poco después Pumas mostró que venía con la intención de romper la estadística adversa. No le gana al América desde 2015. A los 24 minutos, un córner dio origen a una jugada ambiciosa de Pablo Barrera, quien no se precipitó en deshacerse de la pelota, bordeó el área, calculando las posibilidades, hasta que oteó el manchón penal y envió el centro. Carlos González emergió para asestar un cabezazo furioso que le dio el empate a los universitarios.
El levantón anímico fue efímero. Cuatro minutos más tarde, Bruno Valdez, un defensor con alma de goleador, le ganó el salto a Alejandro Arribas y conectó el balón con la cabeza para devolver la ventaja a las Águilas.
Patiño, otra vez, se quedaba quieto y en silencio. Este panorama, el peor en la imaginación universitaria, empezó a cobrar forma de desastre. Pumas tenía entonces la necesidad de marcar otro gol para poder avanzar, pero el tanto que llegó fue en contra.
Al minuto 36, Saldívar volvió a ser un manojo de nervios y de manera inexplicable le dejó el balón a Renato Ibarra; éste centró para Roger Martínez, quien envió la pelota a las redes con una tijera para el 3-1. Patiño estaba desencajado.
Pausa urgente
El descanso fue una pausa urgente para que Pumas rectificara todo. El horizonte parecía cada vez más hostil para los universitarios. Apenas pisando la cancha, la cuesta se hizo más pronunciada. Una jugada a balón parado terminó en el área, Guido Rodríguez la prendió con un derechazo para horror de Saldívar y Patiño.
Casi de inmediato, al 50, Ibarra centró para que Diego Lainez empujara el quinto gol americanista a toda prisa. Esta semifinal se tornó en un desastre impensable. Los auriazules estaban arrinconados y sin posibilidad de salir de atolladero.
Pumas estaba más extraviado que nunca. Ya no veían cómo podría contener a un América que se desdoblaba en todas las líneas, convirtiendo a todo el equipo en una amenaza latente.
Patiño parecía entonces el hombre más solitario y abatido sobre la cancha. Los auriazules ya sin alma, desmoralizados.
La única apuesta de Pumas era no recibir más goles para no salir todavía más humillado. Los locales estaban eufóricos, todos querían marcar su tanto. Parecía que la defensa rival se había vuelto porosa.
Y como colofón para la tragedia universitaria, la desesperación les aconsejó mal. Saldívar empujó a Roger Martínez y regaló un penal. El cobro fue tal como se había anticipado: Emanuel Aguilera, otro defensa que le gusta el gol, se plantó para conjurar los miedos americanistas. Tiró fuerte y al centro; esta vez Saldívar no fue un héroe y aceptó el sexto tanto del América.
Para añadir otro ingrediente fatídico, Alan Mozo le propinó una patada a Lainez, por lo que se fue con tarjeta roja. La semifinal será recordada por Pumas como uno de los momentos más oscuros de los tiempos recientes. Patiño parecía un fantasma.
Orgullo intacto
: Herrera
Herrera se mostró orgulloso de su plantel al señalar que hicimos un partido que raya en la perfección, el equipo jugó por nota
.
Reconoció que al ser un clásico nos mantenemos con el orgullo intacto
y señaló que ya teníamos contundencia desde Ciudad Universitaria y hoy el equipo se asienta. Faltan dos juegos
.
Por su parte, Bruno Valdez aseguró que después de haber sido criticados por el duelo de ida avanzamos con muchos güevos y con autoridad
. En la final ante Cruz Azul vamos a dejar la vida para conseguir el título
. Indicó que la unión dentro del equipo los fortaleció para hacer un buen juego, por lo que ahora tienen confianza para disputar el campeonato.
Patiño reconoce errores
En tanto, David Patiño dijo que Pumas está muy adolorido, nos sentimos avergonzados por el resultado, hicimos un mal partido, cometimos muchos errores. Cumplimos todas nuestras metas, excepto ésta
.
El descalabro desató el enojo de los aficionados de Pumas, que al salir del estadio se enfrascaron en trifulcas. Los elementos de seguridad reaccionaron de forma rápida, aunque hubo jalones, golpes y varios seguidores se cayeron.