Jueves 13 de diciembre de 2018, p. 35
El culto a la virgen de Guadalupe es un elemento de cohesión social, y la población mexicana es mucho más guadalupana que antes, y cada vez más. Esta creencia existe aún en quienes no son católicos, y tal vez haya más guadalupanos que practicantes de esa religión
, de acuerdo con Gisela von Wobeser, investigadora emérita de la Universidad Nacional Autónoma de México' (UNAM).
Su veneración ha ido en aumento desde el periodo virreinal, cuando nuestro territorio aún no era definido como México, pero sobre todo a partir de los siglos XIX y XX. Incluso, hay cultos locales que se han eclipsado por el de la guadalupana
, dijo la académica del Instituto de Investigaciones Históricas.
La especialista subrayó que esta adoración, muy arraigada en la cultura mexicana, ha sido estudiada detalladamente, pero no teníamos una historia clara de sus orígenes
. Por ello, en el Seminario Historia de las Creencias y Prácticas Religiosas, siglos XVI al XVIII, los expertos investigan cómo empezó y cómo se ha desarrollado.
No hay ningún documento de la primera mitad del siglo XVI que hable de este fenómeno. Entre los escritos del propio Juan de Zumárraga, no existe mención de las apariciones; tampoco lo hacen los virreyes o franciscanos.
El culto se construyó con el tiempo y la idea de que se trató de una aparición y de que la imagen es de origen divino, surgió hasta el siglo XVII. “El primer documento que hace referencia y que tenemos es de 1648: la obra de Miguel Sánchez, denominada Imagen de la Virgen María, madre de Dios Virgen de Guadalupe”.
Hacia finales del siglo XVI, una pequeña ermita del cerro del Tepeyac consagrada a una pintura de la virgen María –que hacia mediados de la misma centuria había adoptado el sobrenombre de Guadalupe– se había convertido en un santuario con numerosos devotos.
Los indios acudían ahí porque desde la época prehispánica era un lugar sagrado para ellos, y los españoles asistían porque estaban acostumbrados a los santuarios extramuros de las ciudades, y porque atribuían poderes milagrosos a la imagen. Entonces, la Arquidiócesis de México decidió levantar una iglesia más espaciosa y suntuosa. En 1622 se inauguró el recinto llamado Capilla de Indios.