Miércoles 26 de diciembre de 2018, p. 30
Aunque la Ciudad de México amaneció semivacía, contaminada y con bajas temperaturas tras los festejos navideños, hubo quienes se animaron a salir en busca de continuar la “fiesta” o “curarse” la cruda.
En colonias populares, los negocios de venta de pancita, birria, caldo de pollo, sopes y quesadillas fueron los más socorridos, así como las vinaterías y tienditas de la esquina, donde sin problema los trasnochados compraron una “cervecita o una anforita”
En el mercado Martínez de la Torre, en la colonia Guerrero, los puestos de tacos, caldos, barbacoa y antojitos mexicanos estuvieron abarrotados a mediodía, principalmente “para curar la resaca” de la cena de Nochebuena.
Algunas familias también llegaron a este mercado en Cuauhtémoc, para compensar la falta de cena formal. “Anoche los dos trabajamos en un súper hasta muy tarde, así que mejor vinimos a desayunar”, relató Sofia, mientras espera un consomé de barbacoa.
La economía fue otro factor. “Aquí comemos sopes con huevo a 15 pesos y como no hubo cena, nos comemos dos cada uno y ya estuvo”, narra un padre de familia acompañado de su esposa y su hija.
En un local con cuatro mesas ocupadas, los tacos dorados de barbacoa son la opción más pedida, junto con consomé. “Hay que variarle. Nosotros comimos bacalao y romeritos, pero se nos antojaba algo más caldoso y nos venimos para acá”, contó Ramón Cruz.
A diferencia del día previo a la festividad, la mayoría de restaurantes, cafeterías y locales de comida cerraron sus puertas o sólo abrieron unas horas, obligando a la gente a acudir a centros comerciales a adquirir algo de comer para la cena, aunque ya no fueran los tradicionales romeritos, bacalao, pavo o pierna.
Otros, sin embargo, esperaron el recalentado en su hogar o la casa de familiares, amigos o vecinos donde pasaron la Nochebuena.
La falta de vigilancia provocó que grandes o pequeños estallaran cuetes, cohetones y hasta encendieran fogatas con llantas viejas, para “calmar el frío”, dijeron.
Algunos padres de familia que llevaron a sus hijos a parques, como el de Los Venados, en Benito Juárez, para andar en bicicleta o monopatín, comentaron que por el frío, la contaminación y el día de asueto pensaron también en no salir de casa, pero con la llegada de Santaclós, “pues aunque sea un ratito”.