Democracia que ¿llegó?
ay signos que podrían indicarnos que la democracia ha llegado. Un hecho importante fue el triunfo de una oposición progresista. Sostengo que en las elecciones del primero de julio pasado no hubo un fraude electoral bien orquestado a escala nacional que llegara a modificar los resultados de los comicios como ocurrió en 2006 o en 2012 con la compra masiva de votos. Sin embargo, la elección no fue limpia. Según el trabajo Diálogos por la Democracia, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México y coordinado por John M. Ackerman, existen hallazgos, informes y denuncias que prueban las múltiples irregularidades que existieron durante el proceso 2017-2018 y la incapacidad de las autoridades para frenar y perseguir estas conductas.
El nuevo régimen se ha propuesto establecer una verdadera democracia, promoviendo elecciones limpias y libres. Parece haber congruencia. En las primeras semanas del nuevo gobierno no se han presentado casos de represión o persecución, esto es un buen signo. No obstante, nuestra democracia tiene una base débil y tendremos que hacer un esfuerzo colectivo para consolidarla.
Subsisten intactas estructuras profesionales para la coacción y compra del voto que pueden reactivarse a nivel local o federal; necesitamos una oposición real, con líderes fuertes y buena organización, capaz de llegar al poder; sólo 38 por ciento de los ciudadanos apoya la democracia, 88 por ciento dice que el país es gobernado por unos cuantos poderosos en su propio beneficio y sólo 32 por ciento confía en las instituciones electorales (Latinobarómetro 2018). A todo esto habría que sumarle la falta de respeto al Estado de Derecho: la corrupción es una práctica sistematizada por públicos y privados; la impunidad ha llegado a un nivel muy alto, y la justicia civil y penal no otorgan las garantías suficientes a la población.
Para lograr una verdadera democracia habrá que consolidar las instituciones. Pero sobre todo el nuevo gobierno debe lograr mejorías en la vida cotidiana: seguridad, educación, crecimiento económico y disminución en la desigualdad; mejorías palpables son lo que da prestigio a un régimen, sea democrático o autoritario.
Colaboró Meredith González A.