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Gabino Morales y la doctrina del me canso ganso
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edios locales de San Luis Potosí (SLP) no han logrado coincidir en el número de in­vitados que el viernes 5 de abril acudieron a la fiesta de cumpleaños del superdelegado federal Gabino Morales, coordinador estatal en SLP de Programas de Desarrollo del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). La cifra más conservadora habla de 500 asistentes, incluidos empresarios, mandos policiacos, funcionarios de los tres niveles de gobierno, así como miembros de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de SLP, entre ellos Alejandro Leal, secretario general de Gobierno y Juan Paulo Almazán, presidente del Supremo Tribunal de Justicia.

Tampoco tenemos información confiable sobre el origen de los dineros que se necesitaron para el festejo. Algunos medios calculan alrededor de un millón de pesos en función de la cantidad de comensales, meseros, edecanes, renta del salón, avituallamiento, lujosas invitaciones, sonido, grupos musicales, mesa de regalos, alcoholes y pasteles (uno de estos coronado con un ganso barbado de merengue), etcétera. Una de las asistentes, la diputada local priísta Beatriz Benavente, declaró que la megafiesta se pagó por coperacha (sic), afirmación que compromete a Morales como funcionario federal, con la agravante de encontrarnos ante un personaje que se presume ahijado político del Presidente de México, quien en reiteradas ocasiones ha recordado a sus colaboradores que el poder atonta a los inteligentes, pero que a los tontos los vuelve locos. El lance de Morales podría ser una evidencia de lo anterior, pues es tan sólo el más reciente de sus abusos de poder que han congelado en SLP cualquier expectativa de cambio real.

Los delirios políticos de Morales se manifestaron desde que se convirtió en el primer presidente del Comité Ejecutivo Estatal de Morena. Al terminar su gestión en 2015 y al más puro estilo priísta, le fue ofrecida una chamba en la delegación Azcapotzalco por parte de su entonces titular, Pablo Moctezuma Barragán. El desastroso paso de Gabino Morales por Azcapotzalco duró ocho meses. Entre otras cosas, fue denunciado por haberse dedicado a exigir a los empleados delegacionales muestras de lealtad hacia el movimiento de regeneración nacional, conminándolos a donar parte de su salario para la causa. Ante las quejas de los trabajadores Morales tuvo que dejar Azcapotzalco, sólo para regresar a SLP como enlace del Comité Ejecutivo Nacional de Morena y representante personal de AMLO. Entre 2017 y 2018 Morales se dedicó a labores de control partidista que le permitieron gestionar ante sus padrinos políticos su ascenso al poder. Fue así que logró ser ungido por AMLO como superdelegado en SLP ante el rechazo de la militancia potosina de Morena.

Las consecuencias de esta decisión han sido catastróficas para la denominada Cuarta Transformación (4T). Baste mencionar que Morales consolidó una alianza con Jorge Arreola Sánchez, quien tras haber sido presidente del Partido Revolucionario Institucional en SLP fue expulsado definitivamente de ese instituto político por su Comisión Nacional de Justicia Partidaria por haber dispuesto de dinero público en beneficio personal. Además de manejar sin transparencia y con apoyo de Morales los padrones del bienestar y la nómina de los llamados servidores de la nación, Arreola es cabeza de un clan familiar que ha logrado migrar a posiciones políticas en partidos de izquierda. Su hija Paola, por ejemplo, es hoy diputada de la bancada de Morena en el Congreso potosino, siendo suplente su hermana Dora Arreola; el primo de ambas, Carlos Arreola, es ahora el secretario particular del superdelegado Morales; etcétera.

Otro ejemplo del deterioro acelerado del morenismo potosino lo encontramos en el injerencismo del superdelegado. Ha sido tan descarada su intervención en la vida legislativa local, que la actual presidenta de la mesa directiva de la LXII Legislatura, la panista Sonia Mendoza, se ufanó de haber negociado con Gabino Morales dicha posición, ignorando la división de poderes y a la mayoría de la bancada de Juntos Haremos Historia. Quedar bien con el superdelegado, esa parece ser la consigna, y Morales lo disfruta. Sin embargo, el asunto trasciende su dimensión política cuando topamos con las víctimas. En 2018, por ejemplo, Morales fue primero sancionado y luego suspendido seis meses de sus derechos partidistas por la Comisión Nacional de Honor y Justicia de Morena, la cual le documentó diversos agravios y violencia política de género hacia dos militantes mujeres. En los últimos meses y producto de tres demandas penales, se han abierto tres carpetas de investigación en la fiscalía local para establecer la posible responsabilidad de Morales en dos casos de abuso sexual hacia dos jóvenes varones y otra más por violencia hacia una militante mujer.

La respuesta de Morales ante estos señalamientos se resume en el ya no tan simpático ¡me canso ganso!, expresión que repite por diversos medios para recordarnos su posición de intocable. López Obrador, por su parte, no ha mostrado voluntad para aceptar el daño que están haciendo ciertas decisiones de poder, ya evidenciadas como contrarias a toda agenda de cambio verdadero. No tengo duda de que en este sexenio habrá cambios muy grandes, importantísimos. Sin embargo, casos como el de Gabino Morales son los que dejarán a la 4T sin posibilidades de lograr una transformación histórica de la profundidad de, por ejemplo, la Inde­pendencia o la Reforma.

*Historiador, autor de Migración y creencias.