Venecia. El accidente de un crucero de 275 metros y 65 mil toneladas de peso parece abrir una esperanza para Venecia. En su intento de atracar en el muelle San Basilio, en el canal de la Giudecca, perdió el control por problemas técnicos y chocó contra esa construcción y un barco el pasado domingo.

Ese incidente, cuyo saldo fue de cuatro personas con heridas leves, arrecia una de las mayores disputas en torno al problema del turismo en esta ciudad.

Activistas, residentes, artistas e intelectuales tienen un motivo más para continuar su lucha contra el arribo de cruceros a Venecia (La Jornada, 21/6/17).

La falta de voluntad política mostrada hasta ahora, se ha tornado en acción. El secretario de Transporte e Infraestructura, Danilo Toninelli (Movimiento Cinco Estrellas), sostuvo en una entrevista con el diario Stampa: ‘‘Llevamos trabajando meses para resolver un problema que se ha dejado pudrir durante años. Hay una mesa institucional que avanza y ya está prevista una reunión con los demás ministros concernidos para llegar a una solución definitiva que concilie, sin atajos, la economía turística y la protección del medio ambiente’’.

Temor de una mala solución

El alcalde de Venecia, Luigi Brugnaro, en una entrevista con el Corriere della Sera, afirmó: ‘‘Nadie en Venecia quiere que los barcos sigan pasando en la cuenca de San Marcos y en el canal de la Giudecca, la solución existe: el ministro Toninelli debe decidir”.

Desde hace años existen 14 opciones sobre la mesa y a finales de mes se elegirá una, dijo Toninelli. Muchos temen una mala solución y que por la presión del momento la situación actual empeore.

El Movimiento Cinco Estrellas no comulga con la propuesta más viable para Matteo Salvini, vicepresidente de Italia y ministro del Interior, líder de Lega, partido de extrema derecha, apoyado por el alcalde Brugnaro. Ésta consiste en el ensanchamiento del canal Vittorio Emanuele, opción rechazada con 32 mil firmas en 2014 reunidas por los activistas, que han prometido ponerse en pie de guerra de ser reconsiderada. Su inviabilidad, según demostraron entonces, se debe al impacto ambiental.

La laguna es inescindible de Venecia y dañar su manto acuífero significa destruirla. Los cruceros llevan anualmente un millón 600 turistas, tan sólo 5 por ciento de los 27-30 millones anuales. Pero es una intrusión contundente, tan alta como sus campanarios, emergiendo como símbolo despiadado del turismo masivo más extremo.

El fotógrafo veneciano Gianni Berengo Gardin mostró la urgente necesidad de atender ese problema mediante la potencia de sus imágenes que sacudieron al mundo con una exposición en 2013 que el alcalde Brugnaro intentó censurar, según ha afirmado el artista. Hoy parece que esas fotos quedarán como un documento invaluable de un pasado que parecerá en breve remoto. Aunque la verdadera batalla está por comenzar.