Belleza o barbarie
oeta y artista de amplio espectro, mi entrañable amigo Alejandro Aura en su cargo como director fundador del Instituto de Cultura, en el primer gobierno electo de la Ciudad de México con Cuauhtémoc Cárdenas, creó las bases de la política cultural para la capital. Como pocos, Alejandro amaba su ciudad. Quería que las calles fueran el gran escenario de la acción cultural y artística. Para eso creó los exitosos Faros (Fábrica de Artes y Oficios), pues Aura consideraba que la cultura es el centro del desarrollo social.
Al llegar AMLO al gobierno de la capital, en 2000, desapareció el Fideicomiso para Niños de la Calle yredujo drásticamente el presupuesto de cultura a fin de crear el programa de apoyo a adultos mayores. Hubo debate, Aura irremediablemente renunció.
Antes, un periodista en entrevista de banqueta lo increpó: ¿No le parece ocioso que en una ciudad con tantos problemas se gaste en un Instituto de Cultura como el que usted dirige?
Con su estilo encantador, Alejandro contestó: “si frente a usted está un individuo que quiere quitarle sus pertenencias y trae un cuchillo que podría clavarle en la panza, no lo hará sólo por dos razones: si enfrente hay un policía no coludido con él o si su sensibilidad se lo impide… esa sensibilidad se consigue mediante la cultura”. Alejandro Aura partió a Madrid, ya no volvió… lágrimas.
Hay dos clases de belleza: la que produce la naturaleza y la que crean los artistas. Sin arte y sin belleza seguimos siendo unos burdos cromañones. De ahí la preocupación de amplios sectores ante una austeridad oficial que al parecer desdeña el arte, la ciencia y la cultura.
Es cierto que el prianismo contagió sus mañas al mundo académico y artístico. Por eso con frecuencia las plazas, doctorados y becas se les niegan a maestros talentosos y a valiosos jóvenes creadores si carecen de buenas relaciones
con algún funcionario (en la UNAM, INBA, Fonca...) eso tiene que revisarse a fondo, al igual que las burocracias académicas doradas para democratizar instituciones como la UNAM para evitar corrupción, excesos y dispendios. De acuerdo. Pero cortar con machete el presupuesto y dejar sin recursos suficientes a la ciencia y las artes es una salvajada que no corresponde a un gobierno transformador
, y que lo dibuja peor que a los gobiernos anteriores.