Rumbo al sueño americano
Domingo 23 de junio de 2019, p. 8
Celaya/Silao, Gto., Olver y Deybi, hondureños de nacimiento, son ejemplo de migrantes que han debido dejar en pausa su meta de conseguir el afamado sueño americano, luego que La Bestia los dejó mutilados. Hoy replantean sus metas en Guanajuato, mientras se encuentran en proceso de rehabilitación física y en espera de una prótesis.
Salieron por separado, acompañados por amigos y compañeros de trabajo, pero ahora forman parte de un programa impulsado por Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) que, en alianza con el albergue Casa ABBA y el Centro de Rehabilitación del Instituto Guanajuatense para Personas con Discapacidad –con el apoyo de la Cruz Roja Mexicana– les procura hospedaje, rehabilitación y prótesis.
Voy a respirar nuevos aires
, le dijo hace un año Deybi Michael Lara, de 23 años, a su patrón. Era herrero en una constructora.
El accidente que lo dejó sin la mitad del pie derecho ocurrió casi llegando a San Miguel de Allende, Guanajuato. Durante el trayecto se apartó de las personas con quienes había salido Cumayahua, Honduras, pero llegando a Huehuetoca, estado de México, se encontró con un conocido de la infancia. Yo, por no dejarlo caer, lo quise agarrar y se corrió el vagón y me remachó el pie.
Deybi recuerda: Al principio uno piensa que todo se le viene encima
. A simple vista, su discapacidad se esconde detrás de unas robustas botas cafés. Sabe que el pedacito
de pie que le hace falta lo limitará a menos cosas que a Olver –quien perdió la mitad de la pierna derecha–; sin embargo, tranquilo, acepta que no podrá hacer muchas cosas de las que acostumbraba, como patear un balón.
–¿Pero, con práctica? –se le pregunta y tras pensarlo unos segundos, el muchacho de barba abundante responde confiado–: bueno, voy a jugar en la meta, ya no en la cancha
.
Para Deybi nadie se va de esta tierra sin pagar por las cosas malas que hace. Así, de inmediato se pregunta: Yo no sé qué estaré pagando con lo del accidente
. Aunque, agrega, tal vez es una lección, porque yo, la verdad, no era delincuente, pero me gustaba andar parrandeando mucho
.
Por ahora Deybi está en Celaya en Casa ABBA y viaja a Silao al centro de rehabilitación para recibir sus terapias. No tiene seguro lo que hará en el futuro; sabe que le gusta trabajar y que es de decisiones firmes cuando de migrar se trata. “No sé, la verdad. Depende lo que se me presente con el transcurso del tiempo... Hay veces que uno tiene unos planes y al día siguiente los cambia, y cuando yo digo ‘me voy’, me voy.”
En este mismo albergue se encuentra Olver Martínez, de 21 años. Es el menor de 10 hermanos. Trabajaba en el campo limpiando café o sembrando maíz. Quería llegar a Estados Unidos para trabajar y enviar dinero a su familia, en particular a su madre.
Llegó a Aguascalientes, pero regresó a Celaya, donde el 6 de abril fue atropellado por el tren cuando quiso abordarlo. Al inicio se sentía más o menos triste
, pero ahora tiene la esperanza de recuperarse con rehabilitaciones y “poder seguir pa’ arriba hasta ver el sueño americano… Voy a cumplir donde me prometí llegar cuando salí de casa”.
En tanto, Óscar Bermúdez del CICR, explicó que el programa de rehabilitación física, que opera en México, El Salvador, Guatemala y Honduras, surge tras evaluar que uno de los riesgos poco visibles de la ruta migratoria es terminar con discapacidad por amputación. Además de Guanajuato, hay un centro en Tapachula, Chiapas.
De acuerdo con el CICR, Guatemala, Honduras y El Salvador, el programa atiende a personas migrantes retornadas, mientras que en México considera a migrantes en tránsito que se quedan en el país para recibir rehabilitación física y acceso a prótesis. En 2018 el CICR y la Cruz Roja Mexicana ofrecieron asistencia a 56 personas migrantes con amputaciones, la mayoría centroamericanas.