Discreto, poco afecto a los medios de comunicación, Carlos Urzúa Macías se presentó al inicio del gobierno como una garantía en la dirección de la política económica para el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Por arriba de otros colaboradores que se consideraban más cercanos al Presidente –como Gerardo Esquivel, actual subgobernador del Banco de México– se impuso Urzúa, matemático egresado del Tecnológico de Monterrey, en la conducción de la política económica.

El ancla de confianza que se ofreció a los mercados fue que se mantendría uno de los rubros fundamentales de la política fiscal implementada en el sexenio de Enrique Peña Nieto: equilibrio de las finanzas públicas y reducir la deuda pública respecto del tamaño de la economía.

A pesar de que el signo del gobierno se basó en el discurso contra la era neoliberal, el paquete económico para 2019, presentado por Urzúa, mantuvo las premisas hacendarias y presupuestales de los años recientes.

La percepción que había sobre la dependencia se manifestó, por ejemplo, en los comentarios de Carlos Mendoza, presidente de la Asociación Mexicana de Capital Privado, a inicios de marzo, cuando sostuvo que la Secretaría de Hacienda era el contrapeso a la parte meramente ideológica del nuevo gobierno, que se caracteriza por buscar cambios rápidos.

Si bien duró sólo siete meses en el cargo, no es la primera ocasión que trabaja con el ahora presidente Andrés Manuel López Obrador. Cuando éste fue jefe de Gobierno del Distrito Federal, Urzúa también renunció al cargo que tenía en su equipo de trabajo como secretario de Finanzas.