Opinión
Ver día anteriorMiércoles 31 de julio de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Isocronías

El habitante

F

ilosofía descriptiva, sicología aplicada, recuento de artículos de tono ensayístico, parientes del poema en prosa y, más, de la prosa poética, como quien no quiere la cosa asperjada colección de aforismos, escritura que –me parece– se presenta como un entre paréntesis en la (propia y ajena) escritura, El habitante, voz y palabra de Carmen Villoro (no: de la habitación, del habitar del ser que, suavemente proteico, suele habitar la percepción de la poeta, la cual no sólo tiene el dulce hábito de habitar sus habitaciones, sino de dejarse plenamente por ellas ser habitada), sintaxis y armonía (de imágenes, atmosférica, mental) aligerada, es llana, cálida y frescamente, un libro que no estorba, un decir necesario que no abisma: da, hace lugar, hace campo al lector –un campito a la vez que compañía–, al habitante del lector –no otra cosa al final que habitante del libro.

Abrir la percepción, dejarla ser, es la recomendación (no dicha): –Abre la percepción y atiende –aconseja. Atiende y, como consecuencia, siempre feliz, no por arte de magia, percibirás cómo eres atendido. Haz por ver lo que ves y verás. Algo de hada ahijada habla desde el espíritu de El habitante, se deja ser, abrir, en el espíritu del que leyendo se percibe percibido, amistosamente percibido, recibido en la percepción que lo invita a pasar a su propia percepción, a habitar lo que habita:

Espacios/tiempos de la aparente cotidianidad nos transportan, sin brusquedad ninguna nos acercan al borde de su probable trascendencia: –Hasta aquí hemos llegado. Más allá es cuestión tuya. ¿Avanzas? ¿Regresamos? (Bien que de alguna manera, es la mera verdad, ya regreso no existe).

–Te invito a pasear, a recorrer espacios conocidos; no soy tu guía, soy tu compañía. Nostalgia tienes de ellos, de hacerlos nuevamente tuyos, de trascender con ellos, si así puede decirse, su inmanencia. Revisitémoslos, o visitémoslos por vez primera, déjate ser el visitante que visitar se deja, nunca sobradamente, nunca de modo derramado, nunca en atropello, desde la destellante, equilibrada curiosidad por lo que tan vivido te deja con un dejo de ‘‘Ve, en verdad viviste, es en verdad que vives, que te habitas”. Ahora por favor hazme el favor de agradecértelo.