l 1º de septiembre el presidente Andrés Manuel López Obrador pronunció su mensaje político en Palacio Nacional ante 500 invitados integrantes de la clase política y el empresariado, así como su gabinete legal y ampliado. En los días previos, leímos los análisis de diversos medios, todos con temas que ya son lugar común, como el que el Presidente mantiene altos índices de popularidad, en general a su pesar y con una carga de cierta frustración al no ver reflejada su visión y pronósticos en el sentir de la gente común, que por lo demás no necesariamente lo siguen. Desconozco si en las benditas redes sociales
se reflejó algún balance crítico. Constaté que en la cadena de aciertos y errores que suelen anotarse respecto al actual gobierno está ausente la más mínima consideración sobre los pueblos indígenas. No entra en su visión la preocupación sobre el impacto de lo que se haga o no respecto a ellos, si acaso se han ocupado de cuestionar al Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Esa realidad, con evidente carga racista, no me sorprende, simplemente en estos tiempos de la Cuarta Transformación, nos pone a salvo de que nos acusen de que favorecemos a la derecha, o de amlófobos a quienes mantenemos la convicción de que los pueblos indígenas, su libre determinación y sus territorios deben respetarse y nos ocupamos de respaldar la resistencia de estos pueblos ante los megaproyectos neoliberales con que los amenaza hoy día el nuevo gobierno bajo el lema de la prioridad del mal llamado progreso.
Con ese telón de fondo esperaba escuchar en el discurso político presidencial la ponderación de las virtudes que se atribuyen al despojo, perdón, a los proyectos que dan sustento al neoindigenismo iniciado. En el caso del Tren Maya, sólo afirmó que con estricto apego a criterios de sustentabilidad (sin los pueblos, por cierto), hemos iniciado los estudios de ingeniería básica; en cuanto al desarrollo integral del Istmo de Tehuantepec indicó que se trabaja ya en la ampliación del puerto de Salina Cruz y se hará lo mismo con el de Coatzacoalcos… Reafirmó la gran simulación: Se ha llevado a cabo la consulta a las comunidades para su aceptación e integración al proyecto y se están atendiendo sus demandas. Hay apoyo de las comunidades, no estamos haciendo nada contra la voluntad de los ciudadanos
.
Nada se dijo del Plan Integral Morelos ni del crimen no investigado de Samir Flores, principal líder opositor. Siguió la línea de eludir que la verdadera política indigenista se expresa en los megaproyectos, por lo que recordé aquello de que a las leyes y a las políticas hay que analizarlas no sólo por lo que dicen, sino por lo que callan. Es muy probable que en el Informe entregado al Congreso aparezcan datos al respecto, pero es de destacar que lo pronunciado en referencia a su indigenismo fue una frase reveladora: Se creó el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas
, así de escueto, y agregó la esencia de su concepción: en los programas de bienestar para toda la población cinco de cada 10 hogares reciben un apoyo, en cambio en los hogares indígenas nueve de cada 10 los reciben y para finales del año se alcanzará 100 por ciento
. Los apoyos a indígenas que son parte de algún hogar, ayuda a las estadísticas pues incluso en esa lógica se elude el número real de beneficiarios
perdidos en los hogares. Nada que ver con los derechos colectivos de pueblos indígenas y sus comunidades, ¿será que los consideran también intermediarios, y por ello se les excluye? Después de todo en los hogares sí se desvía el monto del apoyo al adulto mayor indígena, al niño o niña, etcétera. ¿Todo queda en familia? Por otra parte, en el mismo gobierno, el INPI ha organizado unos talleres simulando el derecho a la consulta , y le han entregado al Presidente sus conclusiones sobre derechos que formarían parte de una iniciativa hipotética y no hubo declaración al respecto.
Ya se anuncian las agendas del Congreso y no aparece el tema de los pueblos indígenas, seguramente entre los que participaron en los foros taller del INPI habrá algunos que esperan nuevos derechos y posiblemente les garantizarán apoyos individuales, esa es la estrategia oficial. De cualquier forma ya es indicativo de que a nivel presidencial se eludió el compromiso de derogar las reformas al 27 constitucional y la energética, esencia del neoliberalismo. Por fortuna los pueblos indígenas y comunidades enfrentan al divisionismo oficial , resisten y se organizan para detener los megaproyectos y no aspiran a becar a sus integrantes, tienen su decisión clara: la defensa territorial. Lo demás es retórica, como señaló un líder maya, de los que trabajan de indios para los no indios. Ese es el gran engaño.