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La migra se moderniza
I

smail B. Ajjawi aterrizó en el Aeropuerto Internacional Logan, de Boston, el viernes 23 de agosto por la noche, preparado para comenzar su primer año en la Universidad de Harvard. El estudiante palestino de 17 años no salió del aeropuerto.

Los funcionarios de migración estadunidenses detuvieron e interrogaron a Ajjawi después de revisar su teléfono y computadora y exigirle la contraseña de su perfil en los sitios de redes sociales. Después de ocho horas detenido sin abogado ni acompañante –es un menor–, revocaron su visa y lo enviaron de vuelta a su casa, porque aunque él no se ha expresado contra el gobierno de Estados Unidos, algunos de sus seguidores tienen puntos de vista que se oponen al régimen de Trump.

Desde la elección de 2016 los tiroteos masivos y las acciones racistas, fundamentalmente contra latinos, han aumentado dramáticamente en Estados Unidos, pero bastó que Syed Rizwan Farook y su esposa Tashfeen Malik –él nacido y criado en Estados Unidos y ella, en Pakistán– asesinaran a 14 personas en San Bernardino en 2015, para que demócratas y republicanos en el Congreso aprobaran con diligencia la legislación que autoriza los controles en las plataformas sociales para los extranjeros que buscan visas en Estados Unidos.

El Departamento de Estado anunció en junio que todos los solicitantes de visas deberán someterse a un cuidadoso escrutinio y presentar sus nombres de usuario de redes sociales y cinco años de direcciones de correo electrónico. Según la agencia AP, el pasado viernes los policías del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE por sus siglas en inglés) recibieron autorización formal del gobierno para crear perfiles falsos en redes sociales con el objetivo de vigilar a los extranjeros que solicitan visas, tarjetas de residencia o quieren naturalizarse.

En realidad, esta cacería loca empezó con una trampa para conejos. El ICE creó una falsa universidad en Michigan –University of Farmington–. Una página web publicitaba el campus con sus edificios de cemento gris, directivos que tenían identidad y amigos fabricados en Facebook, y con un certificado oficial de universidad aprobada bajo el programa gubernamental para estudiantes extranjeros, conocido como el SEVIS (Student and Exchange Visitor Information System).

La página web afirmaba que la casa docente “remonta su linaje a principios de la década de 1950, cuando los soldados que regresaban de la Segunda Guerra Mundial buscaban una educación privada y de calidad. En ese momento, Detroit era el centro de innovación y desarrollo industrial… Explore nuestras ofertas académicas para ver si la Universidad de Farmington es el lugar adecuado para lograr su éxito”.

La operación encubierta fue financiada con el dinero obtenido mediante la falsa matrícula, unos 250 mil dólares. La ejecutó la segunda agencia de investigación más grande de Estados Unidos, el Departamento de Investigaciones de Seguridad Nacional (Homeland Security Investigations, HSI), que es una de las tres ramas de ICE. Un manual de la migra elaborado en 2008 y filtrado el año pasado, mostró que, si bien se aconseja a los agentes encubiertos que no induzcan a las personas a cometer delitos, se pueden hacer excepciones y están reguladas internamente.

The Guardian reveló que de los más de 600 estudiantes que pagaron para matricularse, 146 fueron arrestados por ICE bajo cargos de migración civil. Todos son de la India, excepto Najlaa Karim Musarsa, de 29 años, que es palestina. El gobierno acusó formalmente a 160 estudiantes de inscribirse en la escuela para permanecer en ese país.

Desde 2017 hasta enero de 2019 en que el gobierno develó la operación, el elaborado fraude se dedicó a atrapar a jóvenes de piel oscura que pretendían seguir estudios en Estados Unidos, afirmó al diario británico Amer Zahr, profesor adjunto de derecho en la Universidad de Detroit-Mercy y portavoz de una de las víctimas.

Quien sigue estos temas descubrirá, perdidos en un aluvión de noticias en los márgenes, decenas de hechos que hablan del omnipresente Estado policial, todopoderoso y fiscalizador en el que se ha convertido yanquilandia gracias a los monopolios de la tecnología, con su control de la verdad, su avidez por los datos y su hipocresía. Twitter y Facebook cancelaron recientemente numerosas cuentas que supuestamente eran operadas por China mediante identidades falsas –antes bloquearon cientos de perfiles rusos e iraníes–, pero suelen quedarse como piedra ante el despliegue, sin complejos, de la mentira institucionalizada del gobierno de Estados Unidos, con sus abusos de poder cada vez más abrumadores e inmorales.

¿A quién sorprende que la migra se modernice y que los chicos de Silicon Valley miren a otro lado? Al fin y al cabo, ¿cuántos estarían dispuestos a desafiar el sistema que los hizo multimillonarios? Hace exactamente un año, en una audiencia en el Congreso, después de preguntarle al CEO y fundador de Twitter, Jack Dorsey, si creía que Estados Unidos debería seguir siendo la superpotencia global dominante del mundo y si se sentía suficientemente estadunidense, el senador Tom Cotton exigió que tanto esa plataforma como Facebook trabajasen activamente en nombre del gobierno y dejaran de actuar como árbitros imparciales o neutrales. El duelo verbal fue puramente retórico.

* Periodista cubana