Río de Janeiro. La corte suprema de Brasil prohibió el domingo pasado censurar cualquier publicación que aborde temas LGBT (lésbico, gays, bisexual y transgénero) en la Bienal del Libro de Río, después de que el alcalde evangélico de esa ciudad inició una cruzada contra una historieta de Marvel que muestra un beso entre dos superhéroes.

La decisión revierte un fallo de un tribunal inferior y pone fin a una disputa legal generada por un intento del alcalde Marcelo Crivella de retirar de circulación obras que considera ‘‘inapropiadas’’ para niños y adolescentes.

Atendiendo un pedido de la Fiscalía General, el presidente del Supremo Tribunal Federal (STF), Dias Toffoli, consideró que la medida es ilegal porque al considerar ‘‘inapropiados’’ solamente los contenidos LGBT, viola el principio de igualdad garantizado en la Constitución de Brasil.

Otro juez del STF coincidió con la decisión de Toffoli alegando que el gobierno local había incurrido en un acto de ‘‘censura previa’’ de contenidos artísticos.

Todo comenzó con un beso en una historieta

El STF autorizó en 2011 la unión civil entre personas del mismo sexo y les concedió otros derechos como la adopción de hijos y la herencia. Este año penalizó la homofobia, otro paso importante para las minorías sexuales en uno de los países con más asesinatos de personas de la comunidad LGBT del mundo.

Todo comenzó con un beso en una de las historietas de Marvel que estaba a la venta en la Bienal, Vengadores, la cruzada de los niños. En ella, el hechicero Wiccan y el guerrero Hulkling, dos personajes de los Jóvenes Vengadores que en la trama mantienen una relación amorosa, están abrazados, besándose, totalmente vestidos.

Alertado por participantes de la feria descontentos con la escena (que no aparece en la portada de la revista, sino dentro), el alcalde determinó que los ejemplares del cómic fuesen retirados y ordenó una inspección de agentes de la Secretaría del Orden Público en busca de otros contenidos ‘‘inapropiados’’.

Tras revisar los 150 puestos de la exposición el pasado viernes, los inspectores afirmaron que no hallaron ningún ejemplar ni otros contenidos en conflicto con la ley. Y es que la decisión del alcalde tuvo el efecto contrario: los números de la historieta se agotaron rápidamente.