Cuatro meses
s prematuro sacar conclusiones, aunque impresiona lo que ya ha conseguido, o se propone llevar a cabo para cumplir todo lo que prometió, Volodymir Zelensky en los primeros cuatro meses desde que asumió la presidencia de Ucrania: resulta imposible detallarlo en el espacio de esta columna.
Con una popularidad que rebasa 70 por ciento, y que después del reciente canje de prisioneros con Rusia tal vez sea aún mayor, Zelensky cuenta con mayoría absoluta en el Parlamento y con un Gobierno que no cedió ninguna cartera a otras fuerzas políticas. Con esta formidable e inédita base de respaldo, el presidente ucranio hizo público un amplio paquete de medidas, incluidas reformas a la Constitución que requieren no sólo el apoyo de la mayoría calificada de dos tercios de los diputados, sino de la Corte Constitucional, y que nadie duda que serán aprobadas.
Tras quitar el fuero parlamentario a los legisladores, el sistema electoral que quiere Zelensky establece que la Rada tendrá 300, y no como ahora 450 diputados, y que todos serán electos por la vía proporcional. Modificó la ley sobre el juicio político al presidente, que ahora sólo podrá plantearse en caso de que éste haya cometido traición a la patria u otro grave delito, a determinar por una comisión parlamentaria y la fiscalía.
Zelensky consiguió que la Rada aumentara las facultades presidenciales, a la vez que la Guardia Nacional, formada por 130 mil soldados y oficiales, se supedite directamente al mandatario y no al ministro del Interior. También creó una Oficina del Fiscal subordinada a él, que sustituye a la procuraduría general, e introdujo cambios importantes en el sistema judicial del país.
El mandatario se comprometió a comenzar, antes del primero de diciembre siguiente, la privatización de importantes activos del Estado, entre ellos consorcios y bancos de renombre, cumpliendo así una de las recomendaciones del Fondo Monetario Internacional, así como a emprender una reforma agraria, que permita la compraventa de la tierra suspendida desde 2001 por una moratoria que la mayoría de la población aprueba.
Falta por ver si el fortalecimiento del presidencialismo en Ucrania va a traducirse en una paulatina mejora del nivel de vida de la población o si Zelensky acabará convirtiéndose en el pequeño dictador de un gran país.