Madrid. Cinco meses después de los comicios generales de abril se confirmó que España deberá volver a las urnas el 10 de noviembre, ante la incapacidad de las fuerzas políticas de formar gobierno, sobre todo el llamado bloque de izquierda o progresista, integrado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidas Podemos (UP).

El presidente en funciones, Pedro Sánchez, confirmó que el país se ve abocado a una repetición electoral, y desde la casa real emitió un comunicado en el que informó que el rey Felipe VI, en su condición de jefe del Estado, no presentará a ningún candidato a una nueva sesión de investidura.

El próximo 23 de septiembre se decretará la disolución de las cortes y se abrirá un nuevo plazo legal para la convocatoria a los comicios el 10 de noviembre; será la quinta vez que se celebren elecciones generales en España, en cuatro años.

Este periodo de inestabilidad comenzó en 2016, cuando el Congreso de los Diputados asumió una nueva realidad política en la que del bipartidismo se pasó al multipartidismo con al menos cinco actores políticos, aparte de las formaciones nacionalistas catalanas y vascas. Aquel año, el entonces líder del PSOE, Pedro Sánchez, se sometió a una sesión de investidura, a pesar de que tenía menos diputados que su principal rival, el derechista Mariano Rajoy, quien estaba acosado por los graves casos de corrupción en su partido. Aquella vez no salió adelante, en gran parte por la oposición del partido emergente Podemos, liderado por Pablo Iglesias.

Sánchez alcanzó el poder en mayo de 2018, después de sacar adelante una moción de censura contra Rajoy, que fue apoyada por amplia mayoría parlamentaria, incluidos los partidos independentistas. Sin embargo, el mandatario socialista tuvo que adelantar los comicios debido a su incapacidad para sacar adelante los presupuestos, puesto que no contó con suficiente apoyo parlamentario.

En los comicios del pasado 28 de abril, el PSOE fue el gran triunfador al recuperar la primera plaza del arco parlamentario con 123 diputados, pero muy lejos de la mayoría absoluta que requiere de 176. Con estos resultados, Sánchez se sometió a la sesión de investidura el pasado julio, pero no prosperaron las negociaciones con UP, cuyos 42 diputados decidieron abstenerse, a pesar de que la última oferta de los socialistas incluía un gobierno de coalición en el cual ellos tendrían una vicepresidencia social y tres ministerios, entre ellos el de Sanidad.

Ante el bloqueo político de estos cinco meses, Felipe VI convocó a una nueva ronda de consultas con todos los líderes políticos para conocer de primera mano la postura de cada partido, tras lo cual, el monarca prefirió no proponer a ningún candidato para una nueva sesión de investidura, a lo cual tiene derecho por ley.

Sánchez confirmó: no hay mayoría que garantice la formación de un gobierno, con lo que el país se ve abocado a una repetición electoral. Hay que recordar que los españoles ya hablaron claro el pasado mes de abril. Frente a la disyuntiva que se planteó entre el bloque conservador y el progresista, los ciudadanos eligieron avanzar sin aventuras, con moderación y seguridad. Votaron por un gobierno progresista cuya estabilidad no dependiera de fuerzas independentistas.

Sin embargo, responsabilizó de la situación a UP, partido al que considera su aliado.

Unidas Podemos es el único partido que ha impedido cuatro veces un gobierno progresista; dos en 2016 y ahora. Lo he intentado todo, pero lo han hecho imposible. Hemos propuesto hasta cinco fórmulas de colaboración con ellos, pero a todas han dicho que no.

El líder de UP, Pablo Iglesias reviró: Sánchez comete un error histórico de enormes dimensiones, mientras desde el bloque de la derecha, integrado por el Partido Popular, Ciudadanos y Vox, celebran esta nueva oportunidad para llegar de nuevo al poder y ya hasta trabajan en negociar una plataforma electoral única que concentre todo el voto conservador.