La tranquilidad de Peña y Murillo Karam // Inicialmente elusivos del caso 43 // Construir la mentira histórica // Indagar no sólo lo procesal
esús Murillo Karam, quien fue titular de la Procuraduría General de la República (PGR) cuando sucedió la tragedia de Iguala y, desde esa posición, construyó la llamada verdad histórica que se ha ido cayendo a pedazos, dijo a La Jornada, entre otras declaraciones interesantes, que tardó varios días (nueve) en atraer la investigación de la desaparición de 43 estudiantes normalistas porque estábamos seguros de que iban a aparecer
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El reportero Gustavo Castillo le preguntó a Murillo Karam: ¿por qué no atrajo inmediatamente la investigación?
, y el político hidalguense contestó: porque teníamos el antecedente de que el año anterior (2013) los estudiantes fueron a Iguala y causaron destrozos e incendiaron el palacio municipal, y dijeron que tenían desaparecidos, pero los alumnos fueron localizados al día siguiente. Estábamos seguros de que iban a aparecer, pero no nos quedamos cruzados de brazos: auxiliamos al Ministerio Público de Guerrero en la búsqueda y encontramos a 68 que se habían escondido en casas y otros lugares. Al paso de los días, cuando ya vimos que un grupo no era localizado, y precisan que son 43 personas, se procedió a la atracción
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A pesar del escándalo nacional e internacional que generó aquella noche y madrugada en una ciudad media de Guerrero, y de la inmediata denuncia de acciones represivas por parte de cuerpos policiacos presumiblemente relacionados con bandas criminales de la región, el gobierno de Peña Nieto trató de mantener el tema en el ámbito estatal, como si sólo fuera un asunto susceptible de atención por el gobierno de Ángel Aguirre Rivero (un expriísta, pasado al Partido de la Revolución Democrática, que mantenía una relación estrecha con el priísmo y con Peña Nieto). La reticencia del entonces ocupante de Los Pinos duró nueve días, hasta que la PGR hubo de anunciar que atraía el caso, y el evasivo Peña Nieto pronunció las primeras palabras relacionadas con la desaparición de los 43 hasta que habían pasado once días.
Peña Nieto y Murillo Karam desarrollaron durante semanas esa misma tranquilidad
que ahora postula el autor de la famosa frase ya me cansé
, pronunciada al final de una conferencia de prensa de una hora (el 7 de noviembre de 2014), en la que el ex gobernador de Hidalgo ya no quiso contestar más preguntas de reporteros. Conforme a la realidad de un presidencialismo que ha presumido de tener la mejor y más oportuna información de lo que sucede en cualquier rincón del país, con agentes federales de corte civil y militar que supieron de la gravedad de lo que ya había sucedido entre el 26 y el 27 de septiembre de 2014 con los normalistas, pero, además, con escolares y deportistas y ciudadanos en general, era imposible que Peña Nieto y su corte no estuviesen en condición de entender la gravedad del asunto y la urgencia de intervenir institucionalmente.
Pero Peña Nieto y sus operadores, entre ellos de manera destacada los también nefastos Murillo Karam y Tomás Zerón de Lucio, prefirieron apostar a la insensata posibilidad de constreñir el problema al ámbito guerrerense (el presidente municipal, José Luis Abarca, y su esposa como primera barrera de contención). Luego, se obstinaron en construir una versión atentatoria del sentido común y de las pruebas periciales independientes: la mentirosa verdad histórica”.
Es de esperarse que la amnistía política decidida a título discrecional por el presidente López Obrador no beneficie a los ejecutores directos de esa mentira, los citados Murillo Karam y Zerón de Lucio, a quienes ha anunciado la Fiscalía General de la República que investiga, aunque los primeros indicios apuntan a que las irregularidades a indagar corresponden al ámbito procesal, a las causas por las cuales más de setenta presuntos involucrados en la desaparición de los 43 han sido liberados. Justiciero sería ir más allá de este punto procesal y abarcar la plenitud criminal desarrollada por esos servidores públicos
y su jefe Peña Nieto. ¡Hasta mañana!
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