a depresión económica y el proceso inflacionario registrados en nuestro país durante los años recientes, a la vez que la política salarial equivocada que se aplicó para contener el crecimiento de los salarios reales, acentuaron la concentración de la riqueza y generaron problemas financieros y de mercado en los diferentes sectores de actividad. Esta situación aumentó el desempleo y deterioró las condiciones de vida de la mayoría.
México en la actualidad enfrenta dos retos fundamentales derivados de ese modelo neoliberal. Uno: cómo retomar el camino del progreso y reorientar el avance económico sobre bases sólidas. Dos: cómo consolidar el desarrollo económico y social como lo ha propuesto e iniciado el gobierno de la República de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), en un contexto de respeto a las libertades individuales y colectivas, a las iniciativas de transformación de la sociedad, a los intereses legítimos para mejorar el bienestar y los niveles de vida y a la capacidad de expansión y reinversión de los excedentes que se generan en un sistema de economía mixta, y que sean apegados a la justicia y la dignidad de los mexicanos.
Es necesario retomar el rumbo sobre bases nuevas, conforme a los grandes lineamientos del desarrollo nacional que se fundamentan en la nueva política económica y social en la cual la reducción intensa de la desigualdad, de la corrupción y de los enormes privilegios, son objetivos centrales para no repetir errores e injusticias y así construir una estrategia integral que reoriente los esfuerzos de la comunidad.
Para ese propósito sería muy conveniente crear un Consejo Económico y Social Nacional, con la participación de algunos sectores y actores que se identifiquen en la promoción del cambio, para alcanzar una mejor distribución del ingreso y una mayor justicia social. La prioridad deberá ser fortalecer el poder adquisitivo y con ello el consumo y la demanda, con lo cual se reactivará la estructura productiva y se consolidará un mercado interno que proteja mejor a la economía nacional de los vaivenes e incertidumbres de las crisis del comercio y el crecimiento mundial.
En el momento actual, con ese ánimo positivo lleno de patriotismo y nacionalismo renovados del pueblo de México, como se ha evidenciado estos días en las expresiones de todos los sectores en torno al primer Informe de gobierno, resulta necesario mantener un ritmo suficiente de inversión pública en obras de urbanización e infraestructura social, industrial y agropecuaria, al mismo tiempo que estimular la inversión privada y la responsabilidad social empresarial con la finalidad de atender los rezagos existentes y proteger la planta productiva y el empleo. Todos nos debemos involucrar.
El reto del crecimiento y el desarrollo no es sólo del Estado mexicano, sino de aquellos que han sido grandes beneficiados de los recursos naturales del país, de la explotación de la mano de obra barata con un elevado costo social y de una política fiscal flexible y protectora de sus intereses. Hoy México necesita de un esfuerzo integral, solidaridad y entrega para transformar a la sociedad y abrir nuevas perspectivas para el desarrollo, si queremos alcanzar la transformación de fondo y el cambio de estructuras que nos ha propuesto AMLO para tener una vida más sana, equilibrada y una paz duradera de largo plazo. La nación ya no puede esperar más. Hoy es el momento del cambio generoso y solidario con dimensión social, para dar el salto hacia una nación moderna, diferente y con un futuro de prosperidad compartida.
Con esa perspectiva, es recomendable que los programas estatales y sectoriales de desarrollo se integren a la estrategia nacional, de tal forma que además de atender las necesidades urgentes, se contemplen medidas efectivas para hacer frente a los requerimientos previstos en el mediano plazo y sentar las bases de un desarrollo democrático y participativo de la sociedad.
En la presente coyuntura, es indispensable mantener un ritmo suficiente de inversión pública y establecer programas de descentralización urbana, de regulación de los asentamientos humanos, de abasto suficiente de productos e insumos básicos, de regulación de precios, capacitación de la mano de obra y de los jóvenes con ganas de construir el futuro, así como los apoyos financieros para el desarrollo de México.
En una sociedad plural como la nuestra, la tarea de planeación exige la participación activa de los diversos sectores de actividad, bajo la rectoría del Estado con el apoyo del gobierno federal. El progreso dependerá en forma creciente del incremento en la productividad en todos sus niveles, procurando que las universidades y tecnológicos realicen aportaciones técnicas y profesionales a las actividades productivas y se comprometan ampliamente en los programas de desarrollo.
Resulta indispensable disponer de funcionarios públicos con elevada capacidad administrativa, visión social de su quehacer político y que apoyen su liderazgo en la honorabilidad y la respetabilidad de sus acciones. En forma paralela, es necesario mantener la incorporación plena de la mujer a las tareas del desarrollo.
En suma, se trata de darle cuerpo a la construcción de la nueva sociedad que están planteando las fuerzas nacionales bajo la guía del presidente Andrés Manuel López Obrador.